Me alegra que el corregimiento de Santa Lucía haya recobrado un poco su alegría, pero me entristece saber que tantos años de violencia y miseria han dejado una huella imborrable. La mayoría de campesinos y habitantes históricos de este bello sector se han ido y han renunciado a la idea de regresar a la tierra donde alguna vez vivieron con un relativo bienestar. Mi familia por parte de madre es toda de allá y sé que hubieran deseado vivir allí para siempre, si esa maldita violencia -la de las guerrillas con todos los que han matado porque sí o porque no, la de los paramilitares que quemaron el caserío gracias a la omisión total de los agentes del estado y la del Ejército que abusa de los campesinos como se le da la gana-, la extrema pobreza y el abandono total del estado no los hubieran echado a patadas de allí. Ojalá que todo eso no se repita y que la miseria se reduzca algún día, para no seguir alimentando las desgracias históricas que como colombianos hemos vivido. Ojalá que la electrificación sea un primer paso para que algún día Santa Lucía sea de los suyos nuevamente y que su historia no se siga escribiendo con sangre sino con lazos de convivencia y con estómagos llenos.
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Ojalá que la electrificación sea un primer paso para que algún día Santa Lucía sea de los suyos nuevamente y que su historia no se siga escribiendo con sangre sino con lazos de convivencia y con estómagos llenos.
Juan David Herrera Jaramillo