Nuestros lectores en Ituango, se deben preguntar dónde queda Bagamienton y lo más seguro es que no saben.
Bagamientón es una palabra indígena y con ella se conoce gran parte de lo que es la vereda La Miranda, a un lado de El Cedral, pero su nombre original fu Bagamientón, que era la finca más grande de esa rica región de Ituango. La mayor parte de la gente la conoce como La Miranda yh otra parte se conoce como Fátima, bautizada así por un sacerdote, pero su nombre original fue Bagamientón.
Las primeras familias que llegaron a colonizar esta vereda, muchas de las cuales aún viven allí son los Sepúlveda, los Castro, los Giraldo, los López, los Arango y los Durango; casi todos llegados a principios de los años novecientos procedentes del occidente antioqueño, principalmente de Frontino. Es una comunidad muy organizada, cuenta con una excelente Junta de Acción Comunal, dirigida por la señora Graciela Zapata. Recientemente esta pujanate región inauguró la energía eléctrica, obra realizada por la empresa EADE, produciendo gran regocijo y satisfacción a sus gentes.
Para ir hasta allí se coge la vía que va a Quebrada del Medio, se voltea a la izquierda como yendo para el Bajo Inglés y en la casa del señor Manuel Graciano se voltea a mano derecha para coger el puente de El Mareo sobre el río Ituango y luego la loma de El Mareo hasta llegar a La Miranda o Bagamientón. Se llama El Mareo porque en los años cincuenta , Orencio Orrego, un rico comerciante de Ituango, compró esa finca a ciegas, al ir a conocerla y ver los potreros quemados; se mareó y desde entonces se quedó con ese nombre.
Vivien allí unas sesenta familias, todos muy unidos, tienen una hermosa escuela, que cuneta con linda placa polideportiva, donde todos los domingos las gentes se reunen para practicar deporte.
La primera maestra fue Deyanira Giraldo, oriunda de esa región y quien con sus alumnos y a base de convites, cargando piedra de la quebrada Bagamientón, levantaron la primera planta física.
En otros tiempos, la principal diversión de los muchachos era irse a bañar a la quebrada en mención donde cogían guachilejos.
En la construcción de la actual cancha, la comunidad contó con el apoyo económico del gran filántropo ituanguino Nelson Acevedo Cárdenas. Como hecho curioso las gentes de esta vereda recuerdan cuando el Doctor Jesús María Valle, que iba de paso para la región de San Jorge en una comisión de Concejales ituanguinos; pernoctó allí. Se reseña que Roberto Durango, prestó al Doctor Valle su macho de nombre “Belisario” para que el edil continuara su larga jornada.
Se recuerdan a arrieros como Ricardo Valderrama, Justiniano Posso y Roberto Taborda, quienes con sus muladas se encargaban de sacar los productos hacia Ituango y luego entrar los víveres para abastecer la población, al igual que la cría de cerdos que eran sacados para Peque y Uramita en jornadas que demoraban varios días.
Las fiestas eran animadas por famosos músicos como Eduardo Jaramillo y Alfredo Marín, quienes tocaban la guitarra y el violín.
En el trayecto y en la misma vereda, en la década de los años 50, fueron famosas las tiendas de Lalo Mazo, la más surtida en la vereda El Río, donde hacían la primera parada las gentes y que era de mucho mivimiento, pues allí se encontraban los que viajaban para La Granja, Pascuitá, Santa Rita, Quebrada del Medio, Santa Lucia y Santa Ana. Estaban también la cantina de “Pacho navaja”, las tiendas de “Toño” Toro, Iván Muñoz, , además de las famosas hojaldres que allí se vendían a diez centavos. En Resplandores que era la próxima parada, estaba la tienda de Manuel Sánchez, que vendía un famoso refresco denomiando “tartárico”, o agua revuelta con soda, muy buena para calmar la sed.
En cuanto a bestías, fueron reconocidos el caballo rusio de Alejandaro Yepes, que tenía finca en Malabrigo, el macho “Danubio” deNazario Durango que llegó a ir en este hasta Yarumal, el caballo “Jalisco” de Carlos Miguel Arango y “El inquieto” de Franco Giraldo.
Al terminar la loma de El Mareo, las gentes en sus bestias, arrimaban a la casa de Luciano Durango y Jesucita López, donde disfrutaban de una rica y refrescante taza de mazamorra pilada a mano en piedra de moler.
Bagamientón es una palabra indígena y con ella se conoce gran parte de lo que es la vereda La Miranda, a un lado de El Cedral, pero su nombre original fu Bagamientón, que era la finca más grande de esa rica región de Ituango. La mayor parte de la gente la conoce como La Miranda yh otra parte se conoce como Fátima, bautizada así por un sacerdote, pero su nombre original fue Bagamientón.
Las primeras familias que llegaron a colonizar esta vereda, muchas de las cuales aún viven allí son los Sepúlveda, los Castro, los Giraldo, los López, los Arango y los Durango; casi todos llegados a principios de los años novecientos procedentes del occidente antioqueño, principalmente de Frontino. Es una comunidad muy organizada, cuenta con una excelente Junta de Acción Comunal, dirigida por la señora Graciela Zapata. Recientemente esta pujanate región inauguró la energía eléctrica, obra realizada por la empresa EADE, produciendo gran regocijo y satisfacción a sus gentes.
Para ir hasta allí se coge la vía que va a Quebrada del Medio, se voltea a la izquierda como yendo para el Bajo Inglés y en la casa del señor Manuel Graciano se voltea a mano derecha para coger el puente de El Mareo sobre el río Ituango y luego la loma de El Mareo hasta llegar a La Miranda o Bagamientón. Se llama El Mareo porque en los años cincuenta , Orencio Orrego, un rico comerciante de Ituango, compró esa finca a ciegas, al ir a conocerla y ver los potreros quemados; se mareó y desde entonces se quedó con ese nombre.
Vivien allí unas sesenta familias, todos muy unidos, tienen una hermosa escuela, que cuneta con linda placa polideportiva, donde todos los domingos las gentes se reunen para practicar deporte.
La primera maestra fue Deyanira Giraldo, oriunda de esa región y quien con sus alumnos y a base de convites, cargando piedra de la quebrada Bagamientón, levantaron la primera planta física.
En otros tiempos, la principal diversión de los muchachos era irse a bañar a la quebrada en mención donde cogían guachilejos.
En la construcción de la actual cancha, la comunidad contó con el apoyo económico del gran filántropo ituanguino Nelson Acevedo Cárdenas. Como hecho curioso las gentes de esta vereda recuerdan cuando el Doctor Jesús María Valle, que iba de paso para la región de San Jorge en una comisión de Concejales ituanguinos; pernoctó allí. Se reseña que Roberto Durango, prestó al Doctor Valle su macho de nombre “Belisario” para que el edil continuara su larga jornada.
Se recuerdan a arrieros como Ricardo Valderrama, Justiniano Posso y Roberto Taborda, quienes con sus muladas se encargaban de sacar los productos hacia Ituango y luego entrar los víveres para abastecer la población, al igual que la cría de cerdos que eran sacados para Peque y Uramita en jornadas que demoraban varios días.
Las fiestas eran animadas por famosos músicos como Eduardo Jaramillo y Alfredo Marín, quienes tocaban la guitarra y el violín.
En el trayecto y en la misma vereda, en la década de los años 50, fueron famosas las tiendas de Lalo Mazo, la más surtida en la vereda El Río, donde hacían la primera parada las gentes y que era de mucho mivimiento, pues allí se encontraban los que viajaban para La Granja, Pascuitá, Santa Rita, Quebrada del Medio, Santa Lucia y Santa Ana. Estaban también la cantina de “Pacho navaja”, las tiendas de “Toño” Toro, Iván Muñoz, , además de las famosas hojaldres que allí se vendían a diez centavos. En Resplandores que era la próxima parada, estaba la tienda de Manuel Sánchez, que vendía un famoso refresco denomiando “tartárico”, o agua revuelta con soda, muy buena para calmar la sed.
En cuanto a bestías, fueron reconocidos el caballo rusio de Alejandaro Yepes, que tenía finca en Malabrigo, el macho “Danubio” deNazario Durango que llegó a ir en este hasta Yarumal, el caballo “Jalisco” de Carlos Miguel Arango y “El inquieto” de Franco Giraldo.
Al terminar la loma de El Mareo, las gentes en sus bestias, arrimaban a la casa de Luciano Durango y Jesucita López, donde disfrutaban de una rica y refrescante taza de mazamorra pilada a mano en piedra de moler.
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