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POESIAS DE NESTOR USUGA POETA Y ESCRITOR ITUANGUINO

LA MULA

Soy animal prestigioso

de la especie de los equinos

y cruzo por mis caminos

con mi lomo lleno de carga.



La jornada, a veces, es larga,

El camino a veces se hace agreste,

Pero cueste lo que cueste

Subo la empinada loma.



Mientras mi dueño atrás entona,

Muévete mula hijueputa

sin saber que mi gusto

es servirle toda una vida

Hasta que me encuentre cansada

Cargar más ya no decida.





Cuando se llega el domingo,

Mi dueño se engalana

Se pone carriel y ruana.



Y en cintura un machete,

un sombrero blanco,

hecho de pura caña

y a veces me regaña

para que vaya más de prisa.



Cuando en jolgorio y en risas,

con un olor a aguardiente

el muy contento se siente

de tan hermoso ejemplar.



Y le dice a todo el mundo

véanla es trotona y galopera

además de compañera

fiel para toda jornada

y lleva la más pesada

carga con actitud,



Pero no se da cuenta

que esta trágica esclavitud

me deja restringida de

con mis tareas.



Yo sé que llegará el día

en que sola en un potrero

para mi no haya compañera

más que la soledad



Me consolaré con rebuznar

porque ya mi vida es nula

y aquí termina la mula

que tanto al amo sirvió

que nunca cuenta se dio

de tan valioso servicio.



Me dejará para que la muerte

me dé el veredicto sin juicio

y aquella que un día

fue la trotona y galopera,

ahora es sólo quimera.



De la vida que acumula

las penas y las glorias

de aquellos que nos sirvieron

que terminan sin historia

como una infeliz mula.



EL MARRANO



Soy animal prestigioso

de la especie de los porcinos

algunos me llaman marrano,

otros me dicen cochino.



Y comen de mi tocino,

aquellos míseros humanos

me ufanan y me desprecian

y como de lo que sobra

y con la muerte me cobran

tan buena alimentación,

pero soy la sensación.



Cuando en la mesa me ponen

y con gusto ellos me comen,

y soy parte del gourmet

y yo le sirvo a usted

a veces de plato fuerte

cuando mi cuerpo inerte

no se pueda defender.



Todos me pueden comer,

mientras yo disfruto de la muerte

y sé que terminará mi vida

cuando esté bastante gordo,

pero no me hago el sordo.



Para lo que ellos deducen

para mi muerte no hay cruces,

ni recuerdos, ni oraciones,

tan sólo las habitaciones

de una carnicería

termina mi carne fría.



Expuesta para el comercio

y aquel que un día llamaron

el cochino y mal oliento,

hoy estoy en las mejores mesas,

sirviéndoles de alimento,

pues no digas al momento,

sin pensar para decir,

nunca critiques a nadie

sin saber que te va a servir.

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