Aquí estamos y estaremos siempre, en el fragor de la lucha o en el quietud de la muerte”, era la frase del defensor de los derechos humanos, Jesús María Valle Jaramillo, quien fuera asesinado la tarde del viernes 27 de febrero de 1998, cuando se encontraba en su oficina, en un edificio del centro de Medellín.
Hoy, cuando se cumple el 14° aniversario de su muerte, las mesas de derechos humanos y convivencia del Valle de Aburrá y la Comuna Seis, aquiestamos.net, Jorge Wilson Muriel, de la Corporación Borrando Fronteras Invisibles y la comunidad en general rinden homenaje a un incansable luchador de los derechos humanos en Colombia.
Si desea conocer más de cerca la historia de Jesús María Valle, puede leerla en el siguiente hipervínculo: http://aquiestamos.net/jesus-maria-jaramillo/
También como motivo de homenaje, Jorge Wilson Muriel, de la Corporación Borrando Fronteras Invisibles, preparó el siguiente escrito de Jesús María Valle Jaramillo.
AL ILUSTRE HIJO DE ITUANGO ANTIOQUIA
Cuando en lo recóndito del ser humano hay vocación por el derecho del prójimo, nunca habrá obstáculo que detenga su humanismo. Y esto suele verse y sentirse en personas cuyo sentimiento es el amor que de una manera sabia y espiritual le profesa a una humanidad que carece de defensores y que cada día se le arremete más contra su vulnerabilidad.
Apóstoles de la paz, mártires de la equidad, seguidores de Cristo; reales buscadores de la verdad y, muchos más apelativos podríamos darle a estos personajes quienes en su haber sólo le guardan ternura en sus corazones a una sociedad descompuesta y desigual.
No, no les hemos comprendido, porque son diferentes, porque son claros; transparentes, casi cristalinos. Son sus almas las que despojan de sus cuerpos para hacernos vibrar con sus palabras, pues éstas brotan igual que puñales aguijonando las conciencias.
Y, en nosotros, encuentran esa química, esa convergencia cuyos ideales nos identifica; porque somos pueblo, porque llevamos en nuestros genes ese dolor, esa angustia por la equidad, por el derecho a vivir en condiciones dignas; en una convivencia humana donde nos condolamos, donde el egoísmo tanto como el terror y el temor sean derrotados.
¡Oh, cuán fácil es vivir con amor, como difícil vivir en el terror!
Mi pueblo se desangra… Era lo que quería decir el Ilustre hijo de Ituango; pues se conmovía por el dolor de sus paisanos, pero su voz quedaba en un ambiente de incertidumbre, en un presagio, en una sentencia… Estaba cavando su tumba y él lo sabía, porque comprendía que había llegado a este mundo a luchar por el desprotegido… Tenía la certeza que había nacido para ser un digno abogado defensor de los derechos de la humanidad.
Allá, en el sufrido terruño, paréceme verle en mi imaginación su adolescente figura, pregonando debajo de un sol canicular los periódicos del día; matutinos que acariciaron sus jóvenes manos, comienzo del largo camino, origen de su magna y bella labor; semilla de la responsabilidad y compromiso que por amor y vocación llevó a cuestas en nombre y beneficio de los débiles.
Un monumento en frente del Palacio de Justicia de La Ciudad de Medellín a éste caudillo, al vilmente asesinado e ilustre hijo de Ituango, Doctor JESÚS MARÍA VALLE JARAMILLO, es poco para remembrar, para que quede tatuado en mente y corazón de un pueblo, que víctima de la ignorancia apaga otra vez la hoguera, la luz que siempre ha querido iluminarle el sendero que lo conduciría a vivir una vida digna, de equidad, de paz, armonía, bienestar y, sobre todo de amor fraterno.
No, no acallen más las voces de quienes hablan por los que no pueden, no se permitan dar vida a ese caín, no se dejen engañar por el valor de” treinta denarios”; vivamos en absoluta concordia… Démonos un abrazo fuerte como hermanos… Eduquemos la mente de los jóvenes sensibilizándolos, valorándolos y dándoles toda la oportunidad a crecer y fortalecerse física y espiritualmente en pro de una sociedad que mucho los quiere y necesita.
Hoy, cuando se cumple el 14° aniversario de su muerte, las mesas de derechos humanos y convivencia del Valle de Aburrá y la Comuna Seis, aquiestamos.net, Jorge Wilson Muriel, de la Corporación Borrando Fronteras Invisibles y la comunidad en general rinden homenaje a un incansable luchador de los derechos humanos en Colombia.
Si desea conocer más de cerca la historia de Jesús María Valle, puede leerla en el siguiente hipervínculo: http://aquiestamos.net/jesus-maria-jaramillo/
También como motivo de homenaje, Jorge Wilson Muriel, de la Corporación Borrando Fronteras Invisibles, preparó el siguiente escrito de Jesús María Valle Jaramillo.
AL ILUSTRE HIJO DE ITUANGO ANTIOQUIA
Cuando en lo recóndito del ser humano hay vocación por el derecho del prójimo, nunca habrá obstáculo que detenga su humanismo. Y esto suele verse y sentirse en personas cuyo sentimiento es el amor que de una manera sabia y espiritual le profesa a una humanidad que carece de defensores y que cada día se le arremete más contra su vulnerabilidad.
Apóstoles de la paz, mártires de la equidad, seguidores de Cristo; reales buscadores de la verdad y, muchos más apelativos podríamos darle a estos personajes quienes en su haber sólo le guardan ternura en sus corazones a una sociedad descompuesta y desigual.
No, no les hemos comprendido, porque son diferentes, porque son claros; transparentes, casi cristalinos. Son sus almas las que despojan de sus cuerpos para hacernos vibrar con sus palabras, pues éstas brotan igual que puñales aguijonando las conciencias.
Y, en nosotros, encuentran esa química, esa convergencia cuyos ideales nos identifica; porque somos pueblo, porque llevamos en nuestros genes ese dolor, esa angustia por la equidad, por el derecho a vivir en condiciones dignas; en una convivencia humana donde nos condolamos, donde el egoísmo tanto como el terror y el temor sean derrotados.
¡Oh, cuán fácil es vivir con amor, como difícil vivir en el terror!
Mi pueblo se desangra… Era lo que quería decir el Ilustre hijo de Ituango; pues se conmovía por el dolor de sus paisanos, pero su voz quedaba en un ambiente de incertidumbre, en un presagio, en una sentencia… Estaba cavando su tumba y él lo sabía, porque comprendía que había llegado a este mundo a luchar por el desprotegido… Tenía la certeza que había nacido para ser un digno abogado defensor de los derechos de la humanidad.
Allá, en el sufrido terruño, paréceme verle en mi imaginación su adolescente figura, pregonando debajo de un sol canicular los periódicos del día; matutinos que acariciaron sus jóvenes manos, comienzo del largo camino, origen de su magna y bella labor; semilla de la responsabilidad y compromiso que por amor y vocación llevó a cuestas en nombre y beneficio de los débiles.
Un monumento en frente del Palacio de Justicia de La Ciudad de Medellín a éste caudillo, al vilmente asesinado e ilustre hijo de Ituango, Doctor JESÚS MARÍA VALLE JARAMILLO, es poco para remembrar, para que quede tatuado en mente y corazón de un pueblo, que víctima de la ignorancia apaga otra vez la hoguera, la luz que siempre ha querido iluminarle el sendero que lo conduciría a vivir una vida digna, de equidad, de paz, armonía, bienestar y, sobre todo de amor fraterno.
No, no acallen más las voces de quienes hablan por los que no pueden, no se permitan dar vida a ese caín, no se dejen engañar por el valor de” treinta denarios”; vivamos en absoluta concordia… Démonos un abrazo fuerte como hermanos… Eduquemos la mente de los jóvenes sensibilizándolos, valorándolos y dándoles toda la oportunidad a crecer y fortalecerse física y espiritualmente en pro de una sociedad que mucho los quiere y necesita.
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