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HISTORIA DE ARTURO ESPINOSA EL ULTIMO DE LOS SASTRES QUE AUN QUEDA EN ITUANGO

UN HOMBRE POLIFACÉTICO Y PERSISTENTE.


POR: Luis Albeiro Montoya Londoño.



Corresponsal Heraldo del Norte.

Recientemente estuvimos visitando a nuestro ilustre paisano, Luis Arturo Espinosa Zamarra, en su propiedad en la salida para la Alsacia a orilla de carretera, a mano izquierda bajando, en la vía que conduce a la vereda El Río, en una zona cafetera y allí en compañía de su señora madre, atendió muy amablemente al corresponsal de este medio para contar su recorrido existencial y las vicisitudes por las que ha tenido que atravesar para sostener a su familia.

Nació en Ituango, el 3 de marzo de 1955 en el matrimonio conformado por José Israel, natural de Ituango, ya fallecido y Rosa Adela del municipio de Toledo. Cuenta con otros ocho hermanos: Julio Martín, el menor y Carmen Emilia, ambos ya fallecidos; Consuelo de Jesús, profesora ya jubilada que trabajó en Ituango y ahora vive en Medellín; María Diocelina, Margarita de Jesús, Alberto Elías, Carlos Enrique y Luis Fernando.

Los estudios de primaria los realizó en la escuela Antonio José Araque Rodríguez y el bachillerato lo inició en el colegio Pedro Nel Ospina, cursando el grado primero d bachillerato cuando apenas contaba con 13 años de edad. Está casado con María Leticia Mora Lopera, oriunda de Santa Rita, unión de la cual hay cinco hijos: Jhon Arturo, Jader Alejandro, Olga Patricia, Yeferson Stib y Eyner Esteban.

En medio de la entretenida charla, se anima y empieza a contar cómo ha sido su lucha para llegar hasta donde hoy está y entonces anota: “Ocurre que yo nací aquí en este lugar, desde pequeño mi papá me enseñó a trabajar y una de esas actividades era cargar carne en el matadero, arena y piedra para ayudar a las construcciones que se estaban haciendo en esa época; nos tocó transportar la famosa “Gaseosa Nevada” para El Carmelo en mulas, utilizando unos cajones.

Mi primera maestra en la escuela, se llamó Ignacia Villa en el grado primero. Recuerdo también a los profesores Jorge Arango, Gilberto Moreno Chanci, que jugaba fútbol, Don Julio Martín Sepúlveda Arango, el actual Concejal de Ituango; en tercero de primaria, con la educadora Ofelia Restrepo, un profesor de nombre Gregorio y otro más de nombre Jorge que era muy templado, Don Gildardo y Marina Jaramillo. Los Rectores que recuerdo en el colegio eran Raúl Correa y Héctor Villa. Mientras estuve en el colegio, aprendí también a jugar fútbol.

Evoca el pasado y dice con un rostro lleno de alegría que “Ituango era mejor anteriormente; en las calles del área urbana, el último lunes feriado de cada mes, se veían llenas de ganado, había gran producción de cerdos y fríjol por eso Ituango ocupaba el primer puesto en este ramo en el norte de Antioquia. El primer carro que yo vi aquí, fue uno de marca Willys, que fue manejado por don Arnulfo Calle Rengifo, el viejo, ya fallecido; era toda una fiesta, todos los muchachos corrían detrás de este vehículo cada vez que transitaba por las calles que, eran empedradas y otras de tierra, además había unos palos de mango en el parque, donde los muchachos se entretenían cogiendo y comiendo mangos. Posteriormente, entraron unas escaleras de transporte Urrao, una de ellas, manejada por Don Andrés Arboleda, conocido como “carepapa”.

Esta tierrita donde estoy actualmente, perteneció inicialmente al señor José Agudelo, luego al señor Ramón Graciano, ya fallecido; después la compró un señor Víctor Rodríguez de Medellín y mi papá se la compró a éste.

Ha sido un luchador de la vida y cuenta, por ejemplo que cansado de sus andanzas, se fue para el municipio de Caucasia y cuando regresó, algún día cualquiera, “le dije a mis padres: “Tengo ganas de aprender la sastrería” y entonces mi papá me dijo: “Vamos para donde Don César Porras Barbarán y al llegar, éste muy amablemente. Mi papá le comentó mi deseo de aprender el oficio y nos respondió: “Les cobro $800 por enseñarle, me da $400 al iniciar y los otros $400 al terminar y cuando aprenda”. Inmediatamente nos fuimos para el Almacén Maruja de Don Elías Orrego, administrado por Raúl, un familiar de Don Elías y allí compramos una máquina de marca Olimpo que en esa época costó $4.500. Al otro día la llevamos donde Don César y de inmediato comencé a recibir las clases y lo primero que empecé a hacer fue pasadores en telas finas de dril satinado, dril supernaval, terlete, terlenco, Apolo, súper apolo, gabardina, dacrón, todas los anteriores que estaban de moda en ese tiempo. Eso fue en 1977. Estuve con Don César ese año y recuerdo que al mes, me hice el primer pantalón de superapolo, de color azul y me pagaban a $20 por cada uno. Esta sastrería quedaba donde ahora es el negocio de Eladio Correa, cariñosamente llamado por muchos “pata de buey”. Años más tarde, monté una compañía con “Suso” Espinosa por un tiempo, pero fracasé en ese intento. Recuerdo que en 1978 llegó la energía a Ituango y, a propósito de ese hecho, como les parece que a mí no me quisieron cazar aquí en Ituango, cuando estaba el padre Marco Antonio Tamayo Betancur; entonces le dije a mi novia que nos fuéramos para Caucasia y allí nos casamos el 7 de noviembre de 1978 en la Iglesia La Inmaculada.

A todas esas me independicé en 1981 y tuve que presenciar un momento muy doloroso en la familia, cuando un sobrino, hijo de mi hermana Consuelo, falleció en el actual barrio Los Katíos, electrocutado en una torre de energía. Luego me fui para la ciudad de Medellín a seguir trabajando la sastrería, pero al comienzo me fue muy mal, entonces me dediqué a otras labores como la construcción, vigilante de varios parqueaderos, cuya función era mover carros, ayudante de un buldócer y allí me convertí en operador, junto con otros dos de mis hermanos, uno de los cuales se mató en un buldócer y el otro quedó muy lesionado y ahora se encuentra pensionado. Ante esta situación, tomé la decisión de retirarme y seguí trabajando en una colchonería llamaba “ Venus” de propiedad de un señor de Sonsón de nombre Néstor Valencia y allí estuve durante unos seis años; salí de allí porque el señor vendió el negocio.

Siempre venía a darle vuelta a mis padres, era la época dura de la violencia en Ituango, sobre todo, cuando inició la acción de los paramilitares en junio de 1996; mi papá se enfermó mucho afectado por una deficiencia cardíaca, entonces me vi obligado a llevarlo a la ciudad de Medellín. Después de eso duró unos seis años y finalmente falleció en el año 2008. Me tocó venirme de Medellín porque estaba muy solo, hubo que sacrificar el acompañamiento a los niños, pendientes de todos aquí y allá; afortunadamente mi esposa siempre ha trabajado en Medellín en el oficio de la sastrería en la empresa Falabela de esa ciudad. En realidad, yo nunca realicé curso alguno sobre sastrería, fue mi esposa fue la que me enseñó.

Luego fui a la sastrería “Reforma El Poblado” en 1999 donde un paisano y amigo de Pascuitá, Don Jesús María Sinitavé, allí empecé de nuevo y estuve durante dos años, más tarde monté una sastrería con mi señora en San Diego, luego un restaurante, junto con mis hijos, vivíamos en el barrio Robledo “El Diamante” donde montamos nuevamente una sastrería.

En toda esta experiencia, le pude copiar a varias empresas para hacer ropa y poner gente a vender. Como anécdota en este trabajo, mandé a un muchacho a que trabajara y no regresó con la plata, ni con la ropa; luego en Santo Domingo, conseguí un local y puse una muchacha a que trabajara y un día cualquiera llegué y encontré cerrado el negocio, le pregunté a los vecinos y me dijeron que ella había cerrado y se había ido. Esta solamente me robó la plata. Se presentaron muchas dificultades en la familia. Hubo un contrato para interpretar música en el barrio Aures, pero en ese tiempo, se me enfermó un niño y murió por descuido de los especialistas y del cual guardo muchos recuerdos. El hijo mayor fue policía, aún está soltero y trabaja actualmente en una empresa de seguridad llamada Atempi. Tuve también otro niño muy enfermo, pero como soy tan devoto de los santos, especialmente, de la Rosa Mística, recé mucho por él, que se encontraba internado en la Clínica El Rosario.

Al fin decidí venirme para Ituango, dado que mi mamá se encontraba muy sola y la propiedad se estaba cayendo. Volví a retomar la labor de la sastrería y estuve en un local de Don Enrique Piedrahíta durante dos años, donde Jesús Ángel Correa en un local que me ofreció durante un mes y luego pasé a ocupar un local donde Oscar Zapata, más conocido como “Ojo de carro”. Dadas las condiciones económicas por el pago y alquiler de servicios, resolví trasladarme para mi casa, sobre todo, por la soledad de mi señora madre, igual aquí he seguido atendiendo a la clientela que siempre he tenido. En general, yo elaboro trabajos como uniformes para el SENA, la banda de guerra del colegio, que es de color blanco; la Casa de la Cultura, el Colegio Diocesano, diseño pantalones, camisas, confecciones, reformas, chaquetas y sudaderas, además alquila togas para los grados. En cuanto a la aptitud musical, recuerdo que aprendí a tocar guitarra con “Toño Espinosa”, uno de los músicos famosos de Ituango; su abuelo José Rosario Espinosa, que tocaba los cuatro principales instrumentos: Guitarra, lira, violín y tiple; Moisés Espinosa, tocaba la guitarra y Darío Macías era un puntero muy bueno. Hubo una época en la que integré un cuarteto musical con Gildardo Espinosa, que tenía buen ritmo en la guitarra, el puntero era mi hijo Alejandro, Don Mario Hernández, tocaba el bajo y el vocalista era yo. Hace algunos años, escribí trece composiciones musicales, dedicadas todas a mi familia y fueron grabadas en un casete en ritmo de corrido y ranchera, utilizando la grabadora. Tuve la idea de enviárselos a Ignacio Bernal, el Ranchero de América para que los difundiera, pero al fin no se dio. En las noches, acude al Karaoke para cantar las melodías de Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Javier Solís, Vicente Fernández y Antonio Aguilar. Finalmente, dice que su aspiración es hacer unas reparaciones locativas en su propiedad, mejorar los cultivos de café, plátano, piña, además de engrandecer su pequeña industria avícola, pues en el momento cuenta con sesenta gallinas y al terminar el año 2012, aspira llegar a la cifra de doscientas gallinas, además de gallos y pollos criollos.

Participó activamente en la pasada campaña política, aspirando al Concejo de Ituango.

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