Por:
Elvia Morales
Antes quiero saludarlos y comentarles que
desde esta columna, les estaré contando RECUERDOS DE ITUANGO, que yo
personalmente he vivido o me han relatado como lo que hoy les narraré. Se trata de cómo eran los matrimonios de
fines de siglo en Ituango. Esta historia
me la contó en Las Arañas, la señora María de la Cruz de Duque, en ese entonces
tenía cien años. Ella me narró cómo se casó, o mejor dicho, cómo la casaron
con su esposo Dimas Duque.
SIN
HABLAR BOBADAS
Cuando un caballero pretendía a una dama,
lo primero que hacía todos los días era ir a la talanquera de la casa, donde
veía a la muchacha, pero ella no le hablaba.
Luego a los quince días de verse, el muchacho
le mandaba a su adorada de regalo, un pañuelo “rabo de gallo” y un tabaco de
tres luces; si era correespondido, la joven fumaba el tabaco de tres luces.
PRIMERO
CON LOS SUEGROS
A los varios días de ser aceptado por la
novia, el pretendiente entraba a hablar con los suegros, pero nunca con la
muchacha. Después que el novio
conversaba con los papás de la novia, le era permitido hablar con ella, pero
siempre en presencia en los padres. Para
que se diera este adelanto, habían tenido que pasar varios días también.
ECHANDO
NUDO CON NOVENA Y TODO
Luego de todos estos vericuetos, para
sellar ell compromiso el novio decía: “Seguro entre su mochila” y la novia,
entre sonrojos, si lo iba a aceptar, contestaba: “Frunza joven”.
Al casarse y durante nueve días permanecían
separados; en ese tiempo se hacía una novena en casa de la novia a San Ramón
Nonato, para que les fuera bien en el matrimonio. Al terminar ésta, el novio iba por su
muchacha.
En el próximo número les contaré más
recuerdos de Ituango. Adiós.
BREVE
MONOGRAFÍA DE ITUANGO
Por:
Elvia y Marina Morales.
El primer español que llegó a estas
tierras, fue Don Gaspar de Rodas, quien empezó su expedición desde Santa Fe de
Antioquia, llegó a Sabanalarga y luego a Teque, hoy Peque.
Después atravesó las laderas del río Cauca
y luego de varios encuentros con algunos
grupos indígenas, llegó a un caserío Arque, situando entre Peque y el valle de
San Andrés.
Más tarde continuó su expedición hasta el
río Cauca y con sus compañaeros llego al paraje de San Juan de Rodas, nombre
que se le dio en memoria de su fundador.
Allí se comenzó a formar un pequeño caserío que fue destruido tres veces
por los nativos, después de intensos combates.
En vista de estos acontencimientos, se trasladó el caserío a Cenizas,
pero el clima y la escasez de agua no permitieron que durara allí mucho tiempo y
fue trasladado a Campo Alegre, hoy Fundungoo Pío X.
Por algún tiempo permaneció el caserío en ese lugar y en el año de 1844,
comenzó su vida independiente. En ese
lugar funcionaban la iglesia y las oficinas.
Su primer Alcalde fue Don José María Barrientos. Su primer párroco, el padre Domingo Antonio
Angarita. Su primer médico, el Doctor
Rafael Cárdenas. Su primer maestro, Don
José María Hidrón. El primer Concejo lo
formaban los señores: José Manuel Taparcuá, Patricio Sucerquia, Gregorio Chancí
y Francisco Chica.
RECUERDOS
DE ITUANGO (II)
Cómo
eran los diciembres en 1930
Volvemos a la columna de los recuerdos de
Ituango, que había estado en receso desde el número pasado.
Ahora queremos contarle cómo eran los
dicembres en Ituango, por allá en 1930.
Había un grupo de niños que representaban a
los pastores y uno de niñas que hacía de zagalas. Durante los nueve días
de la novena las zagalas se repartían en
dos grupos, uno dentro del templo y otro afuera, quienes entonaban unos
cánticos llamados “las jornadas”, que representaban los viajeros y comenzaban a
cantar así:
Desde lejos venimos cansados,
Intentando poder descansar,
A esta casa vecinos honrrados,
Os pedimos nos dejes entrar.
Los
de adentro contestaban:
Nuestra casa es pequeña,
Y difícil de albergar,
A gente desconocida,
Ignorando quien será, etc.
Las jornadas terminaban con el nacimiento
del niño Jesús a las doce de la noche en la misa de gallo, donde se reunian
todos los pastores alrededor del pesebre entonando hermosos villancicos, con
cascabeles, panderetas, pajaritos, piticos, etc.
EL
PESEBRE NO FALTABA
En las casas no podia faltar el pesebre. Se
hacia natilla y buñuelos y se bailaba al son de tiples y guitarras.
Los niños ignoraban que los regalos los
compraban el papá y la mamá, y los recibían convencidos de que era el traido
del niño Jesús. Un señor Enrique Pérez
de Santa Rosa de osos, un cacharrero, pasaba en navidad vendiendo sus cacharros
por las calles, acosados por los niños para observar los regalos y pedir en la
novena el aguinaldo del niño.
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