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La otra cara del proyecto Hidroeléctrico de Ituango



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El Pescadero, lugar donde se construirá la represa. /FOTO tomada de Inforegión, Agencia de prensa ambiental.
El proyecto hidroeléctrico de Ituango no sólo contribuye al desarrollo del país, también está generando problemáticas sociales y ambientales; el paso de la maquinaria pesada, además de pavimentar la carretera, está arrasando con terrenos y huertas y contribuyendo a desprendimientos de tierra que ponen en peligro a los campesinos de los sectores intervenidos. Este proyecto, consiste en el represamiento de las aguas del Rio Cauca en el sector conocido como El Pescadero, el cual hace parte del corregimiento El Valle, cercano a Ituango Antioquia. Esta hidroeléctrica va a ser una de las más grandes de América y generaría el 10% de la energía del país, a la vez que convertiría a Colombia en exportador de energía a centro América y países del Caribe.
Pero como todo proyecto de estas magnitudes, el impacto social y ambiental, lo viven las personas que habitan en las cercanías al sector intervenido. Y en este caso, son los habitantes de algunos pueblos del noroccidente de Antioquia; Ituango, Briceño, San Andrés de Cuerquía, Toledo, El Valle y las veredas de estos pueblos que se ubican a lado y lado de las carreteras en proceso de pavimentación, viven los beneficios y en la misma medida los problemas generados por la maquinaria y los desplazamientos de sus lugares de vivienda por riesgo de avalanchas.
“Cuando las retroexcavadoras pasaron por mi casa, se llevaron con el desanche parte de mi patio, dañaron una huerta casera y las raíces de un árbol de mango que no volvió a dar cosecha. Por esto me dieron apenas 600 mil pesos”. Cuenta Martha Lucia Osa, campesina de 41 años y madre cabeza de familia. alt
Esta es solo una de las personas afectadas; dueños de fincas cafeteras y terrenos donde se siembra caña también hacen parte de la problemática. “Cuando desancharon la carretera, la maquina se tuvo que llevar parte de mi finca, los ingenieros evaluaron los daños y me pagaron rápido, luego un alud de tierra se llevó otra parte de la finca y ese desprendimiento agrietó una casa que tenia arrendada, la cual se evacuó y se derribó. Hoy me dan un arriendo por la casa, pero no me han pagado la otra parte que perdí de la finca”. Comenta Socorro Chavarría, habitante de la vereda Cañaduzales del pueblo San Andrés de Cuerquía. A ella le deben aproximadamente 80 millones de pesos.
Precisamente de esto se quejan muchas personas, dicen que se han demorado mucho para pagar los dineros y que siempre se les está diciendo que en los próximos meses este se efectuará, si bien hacen los avalúos, en algunos casos va más de año y medio sin recibir el dinero.
“Yo vivo de una finca de café que tengo, hace más de ocho meses un volcán de tierra acabó con el camino principal por donde ingresábamos con el abono y las bestias y también con una parte de mi terreno. El daño del camino se evaluó en ocho millones de pesos y el del terreno en trece millones, aun no me pagan un sólo peso”. Cuenta Juan de Jesús Peña, campesino habitante de La Chorrera, vereda de San Andrés de Cuerquía.
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Campesinos han perdido sus cosechas y sus terrenos por desprendimientos de tierra. /FOTO JONATHAN HENAO
Las operaciones de los obreros y las maquinas, también generan riesgo para la vida de campesinos que viven al lado de las carreteras, en donde las retroexcavadoras han debilitado los predios. En agosto pasado, Arturo Jaramillo, un hombre 53 años, se alistaba para salir a laborar en un cafetal cuando un enorme desprendimiento de tierra acabó completamente con su casa; en ese momento él se estaba lavando  las manos al lado de una de sus marraneras, Arturo se salvó de milagro y fue reubicado en una casa arrendada en el pueblo San Andrés.
Algo similar ocurrió en otra casa cercana, mientras dormían, un alud de tierra pasó por el patio de la vivienda de Matilde Loaiza, este solo arrastró una cocina de leña. “Gracias a Dios, nos salvados de una tragedia, lo que nos inquietó fue que los ingenieros nos dijeron que en esta parte no corríamos peligro y mire lo que pasó”. Comenta esta recolectora de café y madre de dos niños.
Patricia Sánchez, Trabajadora Social, encargada de trabajar en proyectos sociales del Estado con la población del noroccidente del departamento, dice que “aunque muchos campesinos se quejan, la comunidad realmente conoce poco sobre la magnitud del impacto generado por los trabajos que adelanta el proyecto hidroeléctrico”.
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Las personas que vivían en los sectores que serán inundados debieron desplazarse a nuevos lugares. /FOTO JONATHANHENAO
Danny Mosquera, profesor de la escuela Santa Lucía del corregimiento de Briceño, comenta que “muchos de los jóvenes que se gradúan este año de once, ven en el proyecto una posibilidad de progreso económico, y la intención de la mayoría de los casos es hacer un curso de vigilancia para cuidar la maquinaria pesada o trabajar como obreros en la carretera, las mujeres por su parte quieren emplearse como cocineras en los campamentos y albergues donde viven los trabajadores”. Este profesor de Ciencias Naturales, manifiesta que además de invertir en la hidroeléctrica, también se debería invertir en la educación profesional de los jóvenes que viven en estos sectores.
La minería y el trabajo de areneros y transportadores también se ve afectado, toda la población que llevaba años viviendo de la extracción de oro del Rio Cauca, en el sector de El Pescadero, parte del corregimiento de El Valle, aproximadamente 200 mineros artesanales, fueron sacados de los territorios que serán inundados. Estos fueron indemnizados, dicen que aunque tendrán casas nuevas, el trabajo que saben hacer les servirá de poco en los lugares donde serán reubicados. Ellos aseguran que el censo que les hicieron, se realizó de forma irregular y algunos mineros quedaron por fuera.
En el mes de agosto y parte de septiembre, estos mineros hicieron protestas y obstaculizaron el trabajo del personal de la empresa; con palos, machetes y quema de llantas detuvieron las labores de obreros, operarios y maquinaria; estos reclamaban atención por parte de los directivos; los mineros dicen que no se les están dando garantías. “Nos sacaron con fuerza publica de nuestros lugares de trabajo y ahora que esperamos las indemnizaciones, no se cumplen los acuerdos y algunos ni siquiera son reconocidos por los censos”. Comenta Yuberney Galarza, minero artesanal.
En marzo de este año, en Ituango se realizó una marcha donde más de 4.000 personas hicieron protesta por los impactos ambientales y económicos luego del inicio de la obra en 2010; los participantes reclamaban que además de los beneficios, también se les hablara de los inconvenientes y así poder hacer frente a estas problemáticas.
Y es que según ambientalistas, la construcción de una represa genera daños ambientales, tales como la pérdida de gran cantidad de bosque y la desaparición de ecosistemas; al hacer las inundaciones, las hectáreas de bosque quedan bajo el agua y estas a su vez inician procesos de putrefacción, los cuales emiten gases de efecto invernadero. Este es uno de los temas de más preocupantes para organizaciones sociales que están en desacuerdo con la creación del embalse, pues manifiestan que la zona va a sufrir cambios climáticos y esto modificará el estilo de vida de los habitantes cercanos a la represa y los animales del sector van a quedar en riesgo de desaparecer.
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Especies animales y el ecosistema del sector intervenido sufrirán cambios radicales. /FOTO JONATHAN HENAO.
“la creación de la represa puede provocar deterioro en los suelos, cambios en el clima y extinción de algunas especies.  Algunos están contentos porque se les abren posibilidades de empleo y esas cosas, otros no porque les han dañado cultivos y entonces se les acaban los trabajos a agricultores”. Comenta Daniel Zuleta, estudiante del Colegio Ana Joaquina Restrepo de la vereda Alto Seco.
Los trabajadores del proyecto dicen que con este, se está generando y se seguirá generando empleo a muchas personas; que se han comprado predios y se pagó muy buen dinero por ellos. Aseguran que se está trabajando con las familias afectadas y se apoya económicamente actividades con la comunidad, tales como festivales y actividades lúdicas donde se aportan premios, regalos, comida y demás beneficios para la gente.
Por su parte, la comunidad afectada se manifiesta inconforme. Campesinos, mineros, propietarios de predios, areneros del Rio Cauca y transportadores, siguen esperando soluciones radicales a su situación y esperan que les paguen los dineros que les deben. La  magnitud del impacto ambiental se conocerá plenamente  cuando finalicen las obras en el año 2018. 
Por Jonathan Henao Saldarriaga
tomado de la revista  
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