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DON JUAQUIN CHAVARRIA TRABAJO COMO MINERO EN EL RIO CAUCA POR MAS DE 40 AÑOS Y QUEDO POR FUERA DEL CENSO MINERO AQUI LES CONTAMOS SU HISTORIA Y SE LE PIDE A EPM QUE SE HAGA JUSTICIA

Aparecen en la foto, Don Joaquín y  su señora esposa, Doña Heermelina López, en la puerta de su vivienda en el barrio La Montañita.  Este medio informativo le solicita respetuosamente a Epm-Ituango que estudie la situacion de don juaquin y de sus esposa que por mas de 40 años tuvieron el rio cauca como subistencia, como lo demuestran las historias y las vivencias que nos conto don juaquin y que sean incluidos en el censo minero

DON JUAQUIN CHAVARRIA TRABAJO POR MAS DE 40 AÑOS EN EL RIO CAUCA Y QUEDO POR FUERA DEL CENSO MINERO
AQUÍ NOS CUENTE SU HISTORIA Y PIDE A EPM QUE SE  HAGA JUSTICIA Y ESTUDIE SU CASO
Por:  Luis Albeiro Montoya Londoño.
Corresponsal del Heraldo del Norte en Ituango.
Si bien Ituango, no ha sido una región minera por excelencia, si se han explotado elementos como el oro en varias regiones, según consta en un documento encontrado en el archivo de la administraciòn municipal que contiene los avisos,  licencias o permisos dados a particulares entre 1938 y 1961 para esta actividad. Así mismo, en las riberas del río Cauca, en jurisdicción de los municipios de Valdivia, Briceño, Ituango, Toledo y Sabanalarga, principalmente, se han establecido durante varias décadas, personas y familias completas para realizar labores de extracción y lavado del precioso metal.
Cogiendo por la carrera Santander, subiendo por la Escuela Antonio José Araque Rodríguez y pasando por el barrio San Vicente, se llega a La Montañita, encontramos en una sencilla vivienda filada a mano derecha del caserío,  a Don José Joaquín Chavarría Mejía con su familia, quien tuvo  el privilegio de nacer un 6 de febrero de 1941 en el vecino municipio de Toledo en el hogar conformado por Hermenegildo y María de las Mercedes, ambos también de cuna toledana, además de otros tres hermanos de nombres  Carlos Enrique, Teresa Emilia y Carmen. Solamente asistió unos dos meses  a la escuela, que ya  existía al finalizar la década de los años cuarenta en el corregimiento El Valle de Toledo y lo hacía día por medio. Está casado actualmente con la señora María Hermelina López Feria, nacida el 28 de enero de 1946 en Orobajo, corregimiento de Sabanalarga, en el hogar constituido por Aurelio y Petronila, ambos de Orobajo, cuenta con dos hermanos: Rigoberto de Jesús y Luis Carlos Feria;  unión de la cual hubo seis hijos, de los cuales se sienten muy orgullosos y que corresponden a los  nombres de  Eduardo de Jesús, Nelson David, Marta Nelly, María Dolores, Euclides de Jesús, el único  que terminó sus estudios y ahora es docente en la Institución Educativa Pedro Nel Ospina y, John Jairo de Jesús.
Una vez llegué al lugar para la ansiada entrevista, en la acera de su vivienda, me sorprendió gratamente su amable atención y pronta disposición para escuchar  los argumentos y propósitos del tema que se abordaría.  Ingresamos al interior de la casa y junto con su esposa, establecimos un amplio diálogo para conocer las vivencias, las experiencias, los avatares y pormenores de su abnegada lucha por la subsistencia  en varios lugares de las orillas del Cauca durante muchos años. Este es el relato:
“Yo me vine inicialmente para el sitio conocido como Matanzas donde se adelantaban trabajos de construcción de la carretera que  conduce a Ituango durante unos dos años, después con mi señora madre, me trasladé a un sitio denominado Canizales y posteriormente, bajé hasta la desembocadura del río Ituango en el Cauca.  Años más tarde, con mi señora esposa, quien también vivió en Barbacoas y desde los diez años de edad empezó a lavar oro,  en las playas de arriba y de abajo del puente de Pescadero; pudimos conseguir un terrenito y construimos la casita que actualmente tenemos.
Con los sacrificios, esfuerzos y dedicación que  esto conllevaba, además de la rigurosidad del clima  y el implacabe asedio de la plaga, sobre todo el sején;  durante unos cuarenta años, viajando en bus los lunes y regresando los viernes; nos bajábamos, unas veces en El Líbano, otras en Pescadero para llegar al sitio conocido como Sardinas; en otras oportunidades cogíamos el camino por El Piñal hasta llegar a un paraje conocido como Garrío, cerca a Orobajo, con la ilusión y la dura persistencia de emprender la búsqueda de lugares para sacar y lavar el oro, en lo que llamábamos playas buenas como Murundá, Tenche, Hechizales, Canizales, Las Coloradas, La Arenera, Guasimal, Mote, Guayacán, Sardinas, Playagrande, Playuela, Garrío, Singo, Higuidó y Orobajo.  En cada uno de esos lugares, armábamos el toldo o cambuche, al que nos metíamos a las siete de la noche y nos levantábamos a las cuatro de la mañana.  Por eso, creo sin temor a equivocarme, que fuimos los primeros que llegamos a esas playas a explotar el metal, luego fueron llegando otras personas de distintos lugares.  Al mismo tiempo que sacábamos y lavábamos el oro, dedicábamos también tiempo para pescar en esos mismos lugares en las horas de la noche y entonces se disponía todo para esta actividad con el armado del anzuelo para sacar  el bagre, la dorada y el barburdo y con la atarraya, se sacaba el chere, el barbudo y la dorada que nos servía para la alimentación y también para la venta en el pueblo cuando regresábamos y de esa forma nos empezó a ir bien en ese tiempo.
Varias cintas de oro, que consistían en unas franjas de tierra debajo de la superficie terrestre, de un metro y medio de profundidad, fueron encontradas en  Hechizales, Canizales, Las Coloradas, en Guayacán, por ejemplo, se halló una que iba por entre la peña, allí quedaron unas cuevas y al fin no fue posible sacarla;  en Sardinas había una que iba por el agua y también fue imposible extraerla.  Los instrumentos utilizados para esta labor fueron el molino, la zaranda, los galones para cargar la tierra, los azadones, las palas, las bateas, un especie de almocafre para escarbar la tierra, la barra, la pica, la almadana, un jagüel o totumita larga que se empleaba para sacar el oro ya purificado y finalmente un trapito para echar allí el oro.  
Dentro de las personas que también estuvieron extrayendo y sacando oro en esa región, recuerdo ahora  a Carlos Espinosa y su señora Carolina Chancí de Toledo y Quico Jaramillo, ya fallecido de Toledo;  los hermanos Rigoberto de Jesús con su hijo Javier, ya fallecido y Luis Carlos Feria, hermanos de mi señora, un señor de apellido Jiménez, Bernardo Sucerquia de Mote y su señora Dioselina Calle, los hermanos Marta y Joaquín Flórez y un señor de nombre Ernesto que no recuerdo el apellido, pero si su curioso apodo de “El Machacado”, porque una vez que estaba lavando el oro, una piedra le macahacó una mano y así lo dejaron. Recuerdo como anécdota que un día cualquiera de  1965, llegué aquí al pueblo con unos pescados y encontré al  desaparecido Arnulfo Calle Rengifo, que en ese momento estaba medio traguiado y apenas me vio, me preguntó:  ¿Qué traés ahí” y yo le respondí que pescado y entonces me va diciendo:  “Así vas a quedar”. Desde entonces, a los de la familia nos llaman los pescados. Una noche cualquiera del año 1980, salí del toldo a darle vuelta al anzuelo, cuando escuché un grito muy fuerte Cauca arriba, entonces los hijos me dijeron:  “Papá, volémonos”, les dije:  Esperemos qué va a pasar.  Cuando yo estaba revisando el anzuelo, lo que era, pegó el grito adelante de nosotros; los muchachos me repetían:  “Papá, eso se va a llevar a mi mamá” y les dije que después de Dios nada ocurriría;  cuando volvimos al toldo mi esposa estaba acostada”.
En ese tiempo, nos pagaban el castellano de oro que corresponde a 16 riales, a dos pesos con cincuenta centavos cada uno, fue aumentando paulatinamente su valor hasta el último que vendimos a $4.000 rial de oro.  Las personas que nos compraron fueron Horacio Herrera de El Valle, de Toledo, Omar Flórez, Adolfo Trujillo González y Javier Parias Posso en Ituango.
Finalmente, dice con nostalgia que hace unos dos años larguitos, les dijeron que no podían volver a esa región a sacar y lavar el oro y que si de pronto podría hacerlo, sería del puente para arriba y ya,  conociendo bien ese terreno, me puse a pensar que ya no se justificaba. Veo muy difícil volver a allá por los trabajos que actualmente se adelantan  en la Hidroeléctrica Ituango.
A pesar que Carlos Mario Gallo Machado, el alcalde anterior, nos estuvo ayudando e intermediando para que nos incluyeran en el censo minero; hasta ahora no se ha podido lograr, algo que es muy injusto para nosotros, por la cantidad de tiempo que estuvimos en esa zona.






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