Por fin, un día del mes de septiembre de 1955,
a la una de la mañana, ante una expectante e incrédula multitud antes nunca
vista que estaba en la plaza y sus alrededores, el automotor rugió por primera
vez en la carrera Bolívar con calle Arias, al frente de donde está el granero
El Alfa, convirtiéndose en una fiesta viendo al Willys dar vueltas en el parque
principal, las gentes gritaban vivas y corrían tras el pequeño vehículo
manejado por Don Javier Duque. Se
pagaban diez centavos para viajar hasta la plaza de ferias, El Mandarino,
Pajarito, Filo de la Aurora, Chagualonal, Agualinda, La Eme, Los Galgos y a medida que la banca avanzaba
serpenteante, gracias a los convites organizados por el Padre Luis Carlos
Jaramillo Arango; el carro alargaba su ruta y bajaba a Patiobonito, Calichal,
la vuelta del Bombillo y Pescadero, para trascender las fronteras municipales,
cruzando el antiguo puente sobre el río Cauca, construido todo en madera en el
año de 1886 por el ingeniero José María Villa de Sopetrán, el mismo que levantó
el puente de Occidente en Santa Fé de Antioquia.
Después de pasar el puente de Pescadero, el Willys
de Don Javier, pudo llegar hasta Tacuí, cerca a El Valle, corregimiento de
Toledo, lugar terminal de la carretera que llegaba desde Medellín. A partir de entonces, los pasajeros que
venían en los buses –escalera, cambiaban al Willys para ser trasladados hasta
Ituango. Aparte del mecánico Tejada, el
único que sabía conducir era Don Javier Duque, pero los muchachos soñaban con
manejar “ese animal que caminaba en cuatro ruedas”. Fue el joven Arnulfo Calle Rengifo, muy
afiebrado por la mecánica, quien tomó la delantera, seguido por Don Ramiro
Espinal y Marco Tulio Correa. Los anteriores, llevaron los siguientes tres
Willys, vehículos que prestaron todo el servicio hasta 1963, cuando arribaron
el primer camión y el primer carro – escalera que fueron recibidos en el parque
con todo el jolgorio que fue capaz de organizar el Padre Jaramillo desde el
parlante de la parroquia. Dijeron unos
chistosos que las gentesss al ver los primeros carros, les trajeron “aguamasa”.
Concluída la carretera, comenzaron los viajes
diarios de escaleras entre Ituango y Medellín para el transporte organizado de
carga y pasajeros. La primera empresa
que prestó el servicio fue Transportes
Félix A. Pérez, para que trabajaran recordados conductores como Don Luis
Arango, que tenía fama de despacioso y le decían “Tabaco”, porque fumaba
mucho. Luego fue Transportes Arango
que, con sus oficinas en Calle Caliente, despachaba la escalera a las cinco de
la mañana. En 1967 llegó la empresa
Coonorte con conductores como Caruso y El Goyo, quienes hicieron historia por
conducir veloz y arriesgadamente por la peligrosa carretera, “Guineo”, Gustavo
“Fósforo”, “Tres pelos”, Federico “El pai”, que se casó con una ituanguina, Don
José Cifuentes, Don Enrique Torres, Pedro Gumarro y Carlos Chaqueta.
Después de salir de Medellín a las seis de la
mañana, normalmente los buses de Coonorte culminaban su viaje en Ituango a las
dos de la tarde. Era toda una fiesta la llegada del bus, que hacía sonar su
trompeta una vez asomaba en el Filo de la Aurora. Alrededor de veinte muchachos lo esperaban en
el barrio Peñitas para correr tras el vehículo hasta llegar al parque, donde unos vendían el
diario El Colombiano que llegaba al almacén de Don Benjamín Gutiérrez y otros
cargaban las maletas de los viajeros, otros más se especializaban en cuidar
puestos en las horas de la mañana y madrugaban para reservar una silla en la
parte delantera del bus que no brincara tanto para quien iba a viajar y por
esta tarea recibían una remuneración.
Nelson Angulo administraba la oficina de Coonorte, ubicada en la salida
para La Granja. Posteriormente, fue
Víctor Restrepo Bedoya “Víctor Coonorte”, quien asumió el cargo cuando se
despachaba en los bajos del antiguo
Palacio Municipal, llamado por nuestros abuelos “La casa consistorial”.
Recién iaugurada la carretera se presentó
varios accidentes, como el del camión “tres y medio”, que repartía la cerveza y
que rodó al abismo antes de Patio Bonito, debajo de los Galgos. Allí
fallecieron varios jóvenes Ituanguinos muy apreciados. Murieron Augusto Gonzalez, Raúl Agudelo y el conductor Arturo
Palacio, en este camión también viajaba Iván Correa (Mechas), quien al ver que
sus compañeros iban muy ebrios prefirió apearse del vehículo minutos antes de
producirse la tragedia.
GENEALOGÍA
DE LAS ESCALERAS
El primer carro escalera que llegó a Ituango
para trabajar exclusivamente en el municipio lo llevó Tobías Arboleda a finales
de los años sesenta, para transportar las personas que viajaban en la recién
construida carretera que llegaba al Rio y seguida de la Granja. Este fue el famoso “K7” o “el
Rey de la trocha”. Luego vinieron las escaleras de Don Guillermo Berrio, en la
que muchos de nuestros actuales conductores aprendieron a manejar.
A ituengo a partir de los setenta, con la
carretera el Rio avanzando hacia Santa Rita, Quebradona y Quebrada del medio,
llegaron otros carros escaleras, para atender la creciente demanda en las
nuevas vías, vehículos que hoy permanecen
en el servicio, bajo el cuidado de otros dueños que las “engallan”, y mejoran
a medida que van produciendo buenos dividendos.
La cero uno de Libardo Quiróz, antes fue una
Ford 56 de don Guillermo Berrio, la 19 de don Gildardo Zuluaga, la llevaron los
Angulo fue también de Ricardo Zuluaga, la 40 de Humberto Pérez, es un H1, llamada
“ la cachetona”, era de Andrés Arboleda, la de Julio Macías ( chucha),
perteneció a Tobías Arboleda, Julio llegó a Ituango desde Donmatías, en calidad
de ayudante de Luis Castro, la píldora de Palomo ( César Agudelo Areiza, quien
en otros tiempos fue gran portero de fútbol, defendiendo los colores de la
selección de Ituango, la camilla de Argiro, que inicialmente fue un tres y
medio que llevó don Bernardo Zuluaga “ el mono” y fue convertida a escalera, la
escalera de Pacho Vera “ Cidra”, una camioneta Dodge, ingresada al parque
automotor ituanguino por Sigifredo García y luego convertida, la o2 de Ramiro
Espinal, fue de Arnulfo Calle, la 29 de Efraín González, que pasó por las manos
de Bernardo Zuluaga “ tamal”, de Luis Ángel Ruíz y de Rubén López, la café de Ramiro Espinal,
uno de los primeros conductores nativos, quien trabajó tantos años en el
municipio manejando una volqueta que finalmente el vehículo fue conocido como
la “volqueta de Ramiro”, la trece de William Pérez, una piragua inicialmente de
propiedad de Guillermo Berrio, la angurria es nueva de estar en Ituango, sus
dueños se hacen llamar “ los aliados”, la de SigifredoGarcía cuyo primer dueño
fue Jaime Zuluaga, fallecido en un trágico accidente en el campo de aviación
(Aeropuerto la providencia).
VOLQUETAS
Y BUSES
La primera volqueta particular, que rodó en
las polvorientas calles y carreteras municipales fue la F6, más conocida como la Calandria de
Don Arnulfoa Calle, en ella se trajeron toneladas de arena del rio para las primeras
construcciones de cemento en Ituango. Fue famosa hasta que se accidentó en los
años 80 en el sitio conocido como Chagualonal, lugar que se utilizaba como
botadero de basura. Justo mientras descargaba una volquetada de desechos se fue al abismo, el conductor
era Román Tapias, llamado cariñosamente” bola de nieve”, quien se salvó en
forma milagrosa.
También existió otra volqueta en los años
setenta una Ford sesenta, propiedad e don Guillermo Berrío. Otro automotor de
esta categoría que actualmente rueda en Ituango es una Ford Piragua, llamada
“la Esperanza”, propiedad de la familia Calle Rivera y manejada por Pedrito
Calle.
En cuanto al autoparque oficial del municipio,
la primera volqueta fue la F6 que manejaba don Arnulfo Calle y que luego se
recordaría como la volqueta de Ramiro. Después se adquirió una international,
que prestó sus servicios bajo el cuidado de conductores como Román Tapias,
Genaro Marquitos Alvarez, Cosiaca y el
recordado Florro, quien se mató en ese vehículo, debajo de la piscina, en la
salida para la Granja. Allí hay un monumento en recuerdo
La Doge manejada por Ernestor, Gabriel, Juan
Manuel Céspedes “chato”, Marcos Alvarez, Heriberto Roldán “Bombillo”, entre
otros.
La Riodo Viaria, una volqueta brasileña,
identificada así por una placa con esa inscripción, era de color amarillo,
manejada por Julio Alvarez “Gallino” y
por el recordado Oscar Jaramillo Lndoño, a quien cariñosamente le decían
el “burro”, también la manejó “la roncona”. Otro conductor fue Amado Jaramillo “Conejo”,
quien se rodó en ella por los lados de buena Vista.
La Chevrolet, administrada por Marcos Alvarez,
Toño González, Nelson Espinal, Juan
Manuel Céspedes “El Chato”, Jaime Arias, Guillermo Villa y Jairo Calle.
El municipio ha contado con otros vehículos
como la volqueta international modelo 96, comprada en la alcaldía de José
Milagros López, el Planchón manejado por Jairo Calle, Jaime Arias y Luis Carlos
Rivera “el avestruz” y el camión adquirido en la primera administración de
Jaime Montoya.
Se suman a este inventario dos buses. El
llamado bus del Colegio o “el viejito”, llegado a mediados de los ochenta para
transportar a los alumnos del Liceo a sus prácticas agropecuarias en la
finca académica, ubicada en la falda del
rio. Y en 1999, en la alcaldía Jaime Montoya, el municipio compra un moderno
bus, un international último modelo, para transportar a nuestras delegaciones
culturales y deportivas, bajo la responsabilidad de Jairo Calle y Luis Carlos
Rivera.
LOS
CHIVEROS
Al llegar las carreteras a nuestros pueblos
empezaron a aparecer los chiveros, vehículos particulares, que sin estar
afiliados a una empresa, prestan el servicio de transporte compitiendo entre
ellos mismos y con las empresas organizadas.
Unos chiveros famosos en nuestro pueblo han
sido los del amigo Rubén López.
Recordamos una camioneta Ford azúl que en Ituango llamaban “el Sida”, una
camioneta Dodge amarilla llamada “el dengue”, y una camioneta llamada Chvrolet
52 llamada “la iguana”. Javier Vargas de Cenizas también tuvo su chivero, que
después cambió por una escalera.
Gilberto Bolivar fue otro ituanguino, a quien
no le podía faltar su chivero. Bolívar tenía una camioneta blanca, que viajaba
especialmente para Quebrada del medio. También tuvieron su carro para chiviar,
el recordado Jairo Pérez y su hermano Alberto. Nazareno Aristizábal tuvo un
camión Ford 54 que le cargaba la panela a don César Piedrahíta desde “las
Chambas”.
Con la apertura de la carretera hacia “La
Hundida” y Palo Blanco”, aparecieron también los chieveros hacia esas veredas.
Recordamos el de Gustavo Saldarriaga “Gustavito” y la camioneta blanca 74 de
Eugenio Jaramillo (Eugenio administró por muchos años la Oficina de Rentas
Departamentales, además de ser un gran artista intérprete de la guitarra). Y en
ese recorrido como no recordar al famoso “Dragón”o al Land Rover de Argiro
Correa, el chivero de Octavio Alvarez Upegui de la Undida o el de Otoniel Henao
de El Tinto, un Plimouth francés, famoso por el cierre automático de sus
puertas (se cerraban con una lambre y un alicate).
Hoy saltan por estas vías el Suzuki LJ de “el cura”, el Dodge de los Agudelos de
Quebrada del Medi, el camioncito de Alberto Pérez y el de Carlos.
CONDUCTORES
DE LEYENDA
Los primeros camiones que entraron a ituango
fueron los de los transportes Félix A. Pérez, que tenía su oficina en la
Calle Peatonal (antes calle católica), enseguida de donde está hoy “La mejor
esquina”. Fueron sus conductoresAlberto Restrepo, Don José Gómez y sus hijos, oriundos
de Donmatías. A ellos le siguieron, “El
mono Makiú”, Gustavo Salazar, Luis Ángel, William Isaza, Alfonso Osorio y su hijo, Mario Eusee,
“Chucho colilla”, y un camionero a quien llamaban “frisoles”, entre otros. Recordamos un camión doble troque manejado
por Don Guillermo que llegaba semanalmente cargado con cerveza. También transportaba cerveza y gaseosa un
camión sencillo, manejado por Héctor
“Chilingos”.
Camioneros famosos han sido los hermanos
Jaramillo, Raúl “La Perra” y Gilberto “El Morado”, hijos de Don Arturo, quien
atendía una surtida tienda de abarrotes, donde está Hernán Restrepo “Sandwich,
que ofrece sus productos en “La mejor esquina”.
Recordamos a “El Alcalde”, que murió en la cabina de su camión víctima
de un infarto, a Heriberto “Pate plomo”, a Román Pérez y José Gómez, “Tola y
Maruja”, con su par de destartalados “dodges” y al desaparecido Walter López y
su camión. Sus hermanos Gonzalo y
Albeiro “La Pingua”, han seguido la tradición que comenzara su papá, el querido
Rubén.
Otros que “machacaron” piedras entre Medellín
e Ituango o que todavía continúan en la brega son Nelson uy y Jaime Angulo, Germán Mazo, Cristóbal
Barrera y su ayudante “Cutuso”, Ricardo Zuluaga, “Los Peludos”, Nelson Atehortúa,
“Callejas”, Don Uriel, entre otros.
Ituango ha sido tierra de conductores y de los
buenos. Es el caso de Nazareno
Aristizábal, dueño del récord de tres horas y 45 minutos para viajar entre
Ituango y Medellín, al mando de una ambulancia y llevando al señor Lucianito
Cardona, quien presentaba peritonitis, luego de ser apuñalado. El propio Nazareno batió el récord para ese
mismo recorrido con vehículos pesados, al cubrir la distancia en cinco horas,
viajando sin carga en una volqueta HI del municipio.
Recordamos a conductores como Albeiro Pérez
“Condorito”, “La Guagua”, los hermanos Quiroz, “Caneco”, “Chamizo”, “Lolita”,
Pompilio, César Calle, Ramiro Espinal y su hijo Giovanni, “El Cura”, el
recordado “Pescado” y los llegados de otros municipios, especialmente de San
Andrés de Cuerquia y que trabajaron por muchos años en nuestro pueblo como
Ovidio “El Ahorcado”, Ramiro, Hernando, Omar Lozada, “El Turco” y “Lumbumba”
que ayudaban a cargar y descargar.
La fuerza
de los ayudantes
El servicio de transporte terrestre de carga y
pasajeros, obliga la presencia de auxiliares o los llamados “ayudantes” que a
la llegada de los primeros carros a Ituango, tomaron el apelativo de
“fogoneros”, recordando una labor que se efectuaba en los trenes, atizando el
fogón para la caldera. Los ayudantes son
aquellos hombres que alistan los carros, colaboran en el cargue y descargue,
cobran los pasajes y responden ante los pasajeros por las maletas y las
encomiendas.
Muchos Ituanguinos que hoy son propietarios de
vehículos de servicio público, empezaron esta labor. De los primeros ayudantes en Ituango,
recordamos a Raúl Correa “La Gata”, hijo de Clementina Correa de El Carmelo y
recientemente fallecida en Medellín, Danniel Mazo “Aguadulce”, Hécto Sánchez o
“Héctor Mugre”, que no se perdía velorio y entierro, los hermanos “Bucheperra”,
Roberto y Guillermo, quien se hizo tristemente famoso porque a pesar de no
saber manejar bien, en una madrugada, en medio de unos tragos, salió con varias
personas hacia la vereda El Río en la escalera del cual era ayudante y como
estaba “buñuelo” y pasado de copas, se volteó en el paraje que conocemos como
“La vuelta de Micaela” o “La vuelta del 0”, matando a varias pasajeros.
Aicardo Legarda trabajó por muchos años en las
escaleras de Don Guillermo Berrío.
Recordamos a Legarda con un trapo rojo en la cabeza y como le gustaba
fumar hierba, hacía el viaje ameno y agradable con sus retahílas y
cuentos. Humberto Lopera “El ojón”,
también fue de los primeros ayudantes o fogoneros como se les llamaba al
principio. De igual manera, Salvador
Cárdenas “La Chucha”, Luisito Macías, Pedrito Marín. Otros se destacaban por su fuerza como Pablo
Graciano, de gran fortaleza y contextura física, de quien se ponderaba había cargado a sus
espaldas una nevera hasta llevarla hasta Santa Ana, subiendo por Media Falda,
de la Hundida para arriba, sólo y ayudado por una cargadera y que igual proeza
había cumplido con un enfriador para Santa Rita, subiendo por la loma de
Colombia de La Granja para arriba. En
Ituango cuando alguien fanfarroneaba con su fuerza, se le decía: ¡Ni que fuera
Pablo Graciano!. Se destacaron también Ernesto Pérez, Ovidio “Mascabucho”,
Eusebio Rojas, “Poldo Arias”, Reinaldo Berrío, Antonio Gil “Suso Gil”, que era el encargado de quemar la pólvora en
Semana Santa, Sarrazola, Norman Zapata, o “Racimo”, Pedro Bastidas “El negro”
que ha sido lustrabotas, “Carepicha”, Carlos Múmera y Oscar Pantoja. Más contemporáneos son Godofredo David,
“Mirús”, Fernando y Gustavo Gómez, “Majuña”, “Caresidra”, “El ñato”, “El
Viejo”, “Guata”, “Gasparín”, “La Hormiga”, “Cocoliso”, “Muñeco precioso”,”Chicharro”,
“Zumbambico”, “Piña”, “Malacara”, “El Gurre”, “Chayán”, “Caretigre”, “Petaco”,
“El pato” y otros nombres que se escapan de la memoria, pero personas que
recordamos y que con sus fuerzas han ayudado a edificara nuestro pueblo.
Los conductores y ayudantes tienen sus
“amañaderos”, sitios en donde se reúnen para comentar los hechos del día,
tomarse unas cervezas y “matar” el tiempo libre. A finales de los años sesenta y setenta, el
tertuliadero era la Heladería Central de Javier Pino. Actualmente es en la Heladería La Orquídea de
Javier Uribe, fundada en los años 80 por Gustavo Mazo. Antes y por muchos años, funcionó allí el almacén
de Salvador y Bernardo Correa, en la bomba en el negocio de Marco Tulio Carvajal
en Calle caliente. Los hoteles
preferidos po los conductores en los años setenta eran El Central, propiedad de
Doña Raquel Vargas, el Caribe de Doña Lucila Castañeda, el de Doña Marta
Giraldo en lo que hoy conocemos como La Peatonal; en los años 80 el de Aleyda,
ubicado en Calle caliente, donde ahora es el Portofino. Los restaurantes preferidos eran los de
Carlos Oquendo y Antonio Restrepo “Toño Mondongo”, también en Calle caliente. En La Granja, se hospedadan y alimentaban en
el Hotel – restaurante dePelayo. En ese
tiempo en Ituango no había parqueaderos y los carros permanecían día y noche en
el parque principal y en La bomba, una estación de servicio administrada por
Don Julián Monsalve. Como los carros
amanecían en la calle, los celadores que los cuidaban eran Jorge Mazo, David
Mazo, “El Chivo” y Samuel Espinosa “La
muerte”.
Quisimos rendir un sencillo homenaje,
recordando esas primeras historias de carros y carreteras y, sobre todo, de
aquellos hombres conductores y ayudantes que, con su trabajo honesto, han
ayudado al al progreso de nuestro pueblo.
Agradecemos la colaboración del periodista
Arturo Tobón Restrepo.
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