El título pertenece a un bambuco del poeta de la raza, Jorge Robledo Ortiz, pero la crónica salió del magín del folclorólogo Luis Lalinde Botero.
A petición de una vecina que buscaba para su muchacho la solución a una tarea escolar sobre la mejor definición de la bella palabra paisa, nos aplicamos a la tarea de escarbar entre los clásicos de la literatura costumbrista y nos encontramos con una pieza maestra, repleta de exageraciones maiceras.
Nos la legó don Luis en su ingenioso Diccionario Filosófico del Paisa. El inolvidable escritor y publicista se tenía confianza para hacerle alabanzas a su raza, aunque sostenía, de entrada, que era más fácil encontrar un gato bañando ratones que hallar la exacta y completa definición del famoso apelativo.
Pero -sostenía don Luis- para un antioqueño nada es imposible, ni siquiera enseñarle a mamar a un pollo. Y se iba al grano, cual dermatólogo urgido de dinero para llevarle el bastimento a su mujer y a su prole: Según Lalinde, el paisa es el último descendiente en línea directa de Nuestro Señor Jesucristo. Bautiza a sus hijos con nombres sacados de la Biblia y disimula su parentesco con "aquella raza" poniéndose apellidos españoles.
Aseguraba que el auténtico paisa es más creyente que el Arcángel San Gabriel y que para quedar bien con el Sagrado Corazón de Jesús, se persigna tres veces, antes y después de gritar que Viva el Partido Liberal.
Aseveraba que el paisa no le tiene miedo a nada, ni a nadie, pero no pelea sino con rabia. Y hacía esta proyección: está comprobado que el 99 y medio por ciento de los culebreros, magos, fakires y santos de mentiras que "trabajan" en Colombia son nacidos en Yarumal, Sonsón, Sopetrán, Ituango o Abejorral.
Al entrar en materia, se despachaba con el retrato completo: Más andariego que un perro con tres dídimos, el antioqueño solo espera que le crezcan las pezuñas para echarse a circular por todo el mundo, porque es capaz de irse a pie de Guarne hasta el Japón. Es más exagerado que un loco relatando su luna de miel y capaz de hacerle decir palabras feas al mismísimo Santo Papa. Jugador y apostador compulsivo, la piel se le pone como carne de gallina cuando ve unos dados, un naipe o un dominó. Regionalista a morir, asevera que Medellín es lo más lindo del mundo y que después de la bella villa, el cielo. No hay familia paisa sin alguno de sus integrantes vestido de sotana o de hábito.
Cuando va a cometer un pecado mortal, se acuerda del cuadro de "La muerte del pecador", que hay colgado en su casa, y promete confesarse al día siguiente. Si lo engañan en un negocio le sube fiebre a 41 y no vuelve a hablar con nadie hasta vengarse del que lo tumbó.
Otras características del paisa, según don Luis; se enamora más fácilmente que una beata de una reliquia. Le tiene temor a las tempestades, pero es capaz de atravesar un aguacero de rayos a la media noche si es para hacer un buen negocio. Es capaz, además, de cambiar su Ángel de la Guarda por una cantina con tocadiscos.
Cuando viaja al exterior y le preguntan de dónde es, responde que de Antioquia. Una de las cosas que acepta, pero "únicamente por lo del idioma", es que hasta el momento no hayan nombrado ningún papa antioqueño. Si lo ponen a hacer la lista de los héroes de la independencia empieza por José María Córdoba; sigue por Pedro Justo Berrío, Pepe Sierra, pasando por Marco Fidel Suárez, Ñito Restrepo, don Fidel Cano, Coroliano Amador, Carlosé Restrepo, Gregorio Gutiérrez González y León de Greiff. Y termina en Mariano Ospina Pérez, si es conservador, o en Rafael Uribe Uribe, si es liberal. Y le ponía este moñito a su oda montañera: Queda demostrado que el paisa es una persona sencilla, modesta y emprendedora.
La apostilla: Deben ser como para alquilar balcón las tertulias literarias que celebran en ese más allá que llaman Cielo, entre otros genios de Antioquia La Grande, Tomás Carrasquilla, Rafael Arango Villegas, Francisco de Paula Rendón, Luis Donoso, Roberto Cadavid Misas o Argos, y Luis Lalinde Botero. El grupo contará seguramente con la asistencia del imaginario zapatero remendón Feliciano Ríos.
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