Un olvido imperdonable, cómo no recordar la casa de don Alejandro Yepez y de doña Sara Londoño, su esposa, en la que nos deleitábamos con esa cantidad de animales salvajes que el mantenía en corrales:las famosas nutrias, perros salvajes, un tigrillo, un venado, serpientes etc. Pero lo mas importante de esa familia era que allí encontraban nuestros paisanos "los indígenas Embera", el sitio donde dormían, Era su casa en el pueblo y para doña Sara, eran sus "otros hijos", no recuerdo a nadie con una labor semejante por nuestros coterraneos, que venían desde San Matías, en jornadas de casi 2 y 3 días, para vender sus canastos y las fomosas "chinas", con que soplábamos el carbón, único e indispensable elemento de combustión para la preparación de nuestras comidas y planchada de ropa en esa época.
octavio agudelo piedrahita
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