LOS ARRIEROS DE ITUANGO
HOMBRES QUE HICIERON HISTORIA EN LOS CAMINOS
Por Luis Albeiro Montoya L.
Nuestro municipio fue,en otros tiempos,
escenario de grandes recuas de mulas, qué eran manejadas por hombres de mucho
tesón, coraje , resistencia y paciencia, para enfrentar largas y duras
jornadas, con el solo propósito de mantener surtidos los diferentes negocios
del pueblo, los corregimientos y las demás veredas, cuyas formas de acceso eran
los caminos reales.
Esos hombres machos, muchos de los cuales ya se
fueron, hacen parte de la historia de Ituango,en varias ediciones del Heraldo
del Norte y en muchos programas de la emisora Pescadero Estéreo, en el programa
“Ituango patria Chica”,se ha abordado el tema, sin embargo queremos compartir
con todos los habituales lectores y oyentes, está otra reseña.
Rosa Maria Yépez de Betancurth,nacio en
Briceño,Antioquia,el 3 de julio de 1940,su padre Luis De Jesús Correa,natural
de Ituango,la separo de su madre, Graciela Yépez, oriunda de Briceño a los 18
días de nacida y la trajo al hogar de los abuelos paternos: Luis Felipe Correa
y Micaela Calle,oriundos de Ituango,con los que vivió hasta el año de
1958,cuando contrajo matrimonio con don Alfredo Betancurth,un agricultor y
gustoso de la música de cuerda (Tocaba el tiple); de este matrimonio quedaron 17
hijos, vivos actualmente 14,residenciados en otros lugares como la Granja,El
valle de Toledo,Medllin y Apartado.
Hija única y sin el apellido de su progenitor,
le fueron asignados los apellidos Correa Calle,para adelantar sus estudios en
la escuela, doña Rosa Maria vive desde hace doce años en el barrio Los
Aguacates (Hoy llamado barrio Monterrey),lugar donde murió su esposo y asiste a
las secciones recreativas,ludicas y físicas del programa de la tercera edad
Nos cuenta doña Rosa Maria : “Contaba yo con
unos catorce años y recuerdo la connivencia con mis abuelos en la finca el
Zainal,por los lados de Cenizas, allí recibí una educación con muy buenas
virtudes, mí mamita trabajaba mucho sobre todo en la elaboración de la jaletina
y el pandequeso.Este lugar era una fonda o posada,donde los arrieros de la
época que venían de santa Rita y la
Granja, llegaban allí a descansar después de una larga y extenuante
jornada con sus mulas cargadas de café,frisol, y arroz, esté ultimo proveniente
de San Matías y El Socorro. En esta posada descargaban las mulas, las
refrescaban,les arreglaban,melaza,agua-miel ,les picaban caña y micay en unos
cajones de madera y muy largos y posteriormente las largaban a un potrero.Al
día siguiente a eso de las tres de la mañana continuaban su viaje hasta el
pueblo, allí volvían a descansar y al día siguiente seguían a los Galgos,
Pescadero y Tacui.
Luego se regresaban cargados de
telas,mercancías,aguardiente en toneles, drogas y volvían a Ituango,los que iban
hacia La Granja, santa Rita, utilizaban
el camino por Fundungo (Pió Décimo) bajaban al Rió y subían a Cenizas y de
nuevo en El Zainal donde pernotaban.Cerca de allí había un terreno muy apropiado para empotrar las bestias,
propiedad de los señores Cipriano, Juana Maria y Martina Guzmán (Todos tres
solterones) ,este terreno fue donado a la parroquia de Ituango y actualmente
pertenece a la familia Posada Vera, don Aurelio Posada Usuga e Hijos.En esa
época habían varias pesebreras en varias fincas de el Rio,especialmente en las
haciendas de don Javier Duque y la señorita Ernestina Mazo Espinal.
Los arrieros andaban muy bien equipados ,para
sus largas y extenuantes jornadas, con elementos propios de la profesión como
aparejos, sobre cargas,las lias,el equipo de errar,las muleras de lona,el
cinturón de lona,el perrero o zurriago,el carriel lleno de agujas de arría,
cabuya torcida para reparar los aparejos y enjalmas,las jícaras o bozales, qué
se colocaban en la boca de las mulas, para que se dejaran cargar,la linterna,
encerados gruesos,y plásticos para proteger la carga del agua, siempre andaban
a pie, nunca utilizaban una bestia más.
En muchas ocaciones,recuerdo que los cogía la
noche y cuando venían bajando a la casa
(El zainal) , se les escuchaba, en su gritería con las mulas, la siguiente
expresión “Arre mulas ¡fuepucha,apure el paso que el hambre es mucha”
Una vez en el descanso de la posada,los
caporales disfrutaban de una deliciosa comida y luego empezaban una amena
conversación entre ellos, dónde contaban las dificultades en el caminó, tales
como las bregas con la carga, sí se averiaban los costales, si se les había
derramado el frisol o el café, que tal o aquella mula se les había caído en el
camino ,por el pantano o el cansancio,el desvió por otros caminos o senderos,
en fin se conversaba de todo, no faltaba el que empezaba a contar historias de
brujas y duendes y cuando alguien sabia rasgar el tiple o la guitarra, empezaba
a alegrar la noche con sus canciones.
Pero había que madrugar, entonces arreglaban
la dormida, para ello empleaban los encerados, las muleras,las enjalmas y a
veces hasta la misma carga.
Entre los nombres de las mulas recuerdo La
Mirla, la Mora,La Platina, y el macho Cuzumbo,el numero de mulas variaba
siempre, entré 8 y hasta 12.
Son muchos los arrieros que trasegaban por
estos caminos, recuerdo a los hermanos
Cesar y Omar Posso,,hermanos de Ofelia Posso,Enrique Rodríguez, Nepomuceno
Echeverri,y su hijo Ernesto, todos de la vereda
El Mandarino, Eduardo Guerra, Carlos Emilio García y José Patiño de La
Granja, Gustavo Jaramillo,El mono Emilio Roldan e Isidoro Roldan de santa Rita,
Luis Mazo Usuga de la vereda el Zancudo,Bernardo Zuluaga Calderón “El Mono
Zuluaga” y José Alejandro Molina de San Juanillo, “Pelayo” Londoño y Gustavo
Mazo de Reventón,llamado “el duende” y quien también fabricaba los aparejos y
las enjalmas
0 Comentarios