EN
ITUANGO UNA EJEMPLARIZANTE HISTORIA DE DIGNIDAD
Por: Albeiro Montoya Londoño
La siguente es una ejemplarizante historia
de un suceso verídico, ocurrido hace ya muchos años en un lugar de la extensa
región de San Jorge ( Ituango ), que en su momento fue publicado en una revista
misionera de la diócesis de Santa Rosas de Osos, cuyo autor fue Excelenticimo
Monseñor, Miguel Angel Builes(O.E.P.D.) y cuyo contenido fue leído y memo
rizado en su totalidad, por la señora María Dolores Álvares Vásques , nacida el
20 de julio de 1920 en el lugar conocido como”La Loma del corral ”, abajo del
filo de la aurora, en el hogar constituido por don José Antonio Antonio
Alvarez, oriundo de Carolina del Príncipe y Rosa Amelia Vásques ,natural de
Yaraumal.
María Dolores, más conocida como “Lolita”,
vive en el barrio El Carmelo de Ituango, allí en uso de sus plenas facultades mentales, nos relató el mencionado
escrito, tal y cual como sucedió hace muchos años en Ituango. “Qué mujer ésta,
tan grande como las Lucrecias y las Paolas, que mueren ya no por su patria,
sino por su honor.
En las abruptas selvas de Occidente
ituanguino, moraba el señor Pedro Gonzalo Úsuga , padre de varios hijos, entre
ellos, Ana Josefa de unos 18 años de edad, muchacha sencilla, de robusta
constitución, una san campesina antioqueña, bien cuidada en el orden moral por
sus padres..
Vesina a su casa, vivía Marco Tulio
Carvajal, hombre de pésimos antecedentes y una verdadera amenaz para la
sociedad y la virtud.
Como era tiempo de cosecha, los padres y
los adultos de la casa iban a realizar la faena de la recolección de los frutos.
En unos de esos días Ana Josefa, quedó en la casa acompañada por las niñas
menorsitas.
Aeso de las 3 de la tarde, comenzó el
firmamento a encapotarse, amenazado tempestad, la que no tardó en desatarse con
una lluvia Torrencial, que impidió a los pedres de la muchacha volver el mismo
dia a casa.Carvajal, entonces logró la oportunidad para realizar sus negros
intentos que albergaba en su alma plebeya, en medio de la tempestad llegó a la
casa de la joven, Pidiendo posada, a lo que ésta respondió: estoy sola y no le
puedo dar posada, entonces el hombre replicó:Veremos si me das o no, y yo no me
voy a ir, porque sino conscientes con lo
que sabes, pagarás con tu cabeaza o con la mia .
Una vez la pobre víctima reclama sus
derechos e intimidady solicita al violador que se retire y dice: vallase a su
casa que yo me voy a dormir.Carvajal, con un gesto y un ademán de burla
lujuriosa , contesta a la insinuación de la joven doncella , ya los pequeños se
han dormido, Ana Josefa no duerme, pero aguarda sin inmutarse .de pronto unas
manos como de hierro la agaran brutalmente y fue tanto la sacudida de la joven,
que en manos de carvajal quedó únicamente la diadema;pero el que era más fuerte
, de un salto se colocó en la puerta de la vivienda a la luz de un relámpago,
brillo su espeluznante barbera, sus ojos como los de un león herido y sus
labios agitados temblaban por oculta lascivia.
Pero las esperanzas aun no estaban perdidas
para Ana Josefa, una idea luminosa cruzó por su mente, pues recordó que al pié de
su cama en un baulito, tenia abierta una navajita de bordar, se hecha la
bendición, se recuesta tranquila en su lecho.
Nuevamente dos manos como de bronce la
aprisiona, pero ella logra lanzar sobre el cuello de aquel maldito un
navajazoy, una pluma de sangre, bañó los vestidos de la joven, que por un
instante dudó si se arrojaba por una
enorme precipicio, por que al fin antes que la vida, estaba el honor, pero al
fin se decidió y rodando por matorrales, fue a caer a la quebrada del chispero,
una de las tantas corrientes hídricas de aquella región. Con sus vestidos
empapados por el agua y su luenga cabellera suelta. Aalí le sorprende el
amanecer del día más grande de su vida, en el que el sol amigo vino a orlar su
cabeza. Con la corona del más bello triunfo y en el que los ángeles del cielo,
entonaron un himno de gloria a esta heroína de la virginidad. Mientras tanto en
unos matorrales ya exámine, hallábase el cadáver de Carvajal, pues aquella
navaja fatal para él y de gloria, para ella había cortado la yugular, muy a
pesar de que el golpe había sido de mujer, pero mortal.
Ana Josefa supo defender con sangre, su
virginidad. El sumario de su causa, fue tan rápido como los hechos y los jueces
dijeron que Ana Josefa en vez de un castigo, se merecía una estatua.
Agradecemos a los amigos Luis Bernardo
Correa D. y Nelly Mira Sucerquia, por enterarnos de esta interesante historia
que un día sucedió en Ituango.
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