Nuestro pueblo debe su primer progreso a los arrieros, quienes con su trabajo y sus muladas establecieron nexos de comunicación con otros sitios de la geografía regional y departamental. En ese entonces los Ituanguinos ya sabían que existía el carro y, a pesar de que la carretera llegaba sólo hasta San Andrés de Cuerquia, no podían ser inferiores al reto de ver automóviles rodando por sus calles. Los líderes de Ituango soñaban con un carro estacionado en la plaza. Fue en el año de 1954 cuando el inolvidable sacerdote Luis Carlos Jaramillo le propuso a don Javier Duque que adquiriera un vehículo, con el compromiso que, apoyado en el trabajo de la comunidad, adecuarían la banca desde Pescadero para que el progreso llegara a nuestro pueblo rodando en cuatro llantas.
Frente a la promesa del Padre Jaramillo, Don Javier se fue a Medellín y, en la empresa Leonidas Lara e Hijos, compró el primer carro que llegaría a Ituango, un Willys de la Segunda Guerra Mundial. El negocio se hizo por cinco mil pesos, con la condición que lo enviaran “engualacado” hasta Ituango y, además, acompañado por un mecánico que lo armara y lo pusiera a caminar por los empedrados ituanguinos.
Cerrado el trato el Willys fue desarmado, empacado y enviado, primero en carro hasta San Andrés de Cuerquia y después en mulas hasta su destino final. Para recomponerlo viajó el mecánico Gilberto Tejada, quien revestido de paciencia se dio a la tarea de armar la máquina.
Rugen los motores
Por fin, un día del mes de septiembre del año 1955, a la una de la mañana, ante una expectante e incrédula multitud nunca antes vista en Ituango (la Plaza y sus alrededores colmados de público) el automotor rugió por primera vez en la carrera Bolívar con calle Arias, al frente de donde hoy está el Granero Alfa. Fue una madrugada de verdadera fiesta viendo al Willys dar vueltas en el parque principal. A pesar de la hora las gentes gritaron vivas y corrieron tras el pequeño vehículo manejado por Don Javier Duque.
Así, en el año de 1955, comenzó la era del vehículo en nuestro pueblo. Se pagaban 10 centavos para viajar hasta La Plaza de Ferias, luego hasta El Mandarino, Pajarito, Filo de la Aurora, Chagualonal, Agua-Linda, La Eme, Los Galgos y, a medida que la banca avanzaba serpenteante gracias a los convites organizados por el Padre Jaramillo, el carro alargaba su ruta y bajaba a Patio Bonito, Calichal, la Vuelta del Bombillo y Pescadero, para trascender las fronteras municipales, cruzando el antiguo puente sobre el Cauca, construido todo en madera en el año de 1886 por el ingeniero José María Villa de Sopetrán, el mismo que levantó el Puente de Occidente en Santa Fe de Antioquia.
Después de pasar el puente de Pescadero, el Willys de don Javier, pudo llegar hasta Tacuí (cerca a El Valle de Toledo), lugar terminal de la carretera que llegaba desde Medellín. A partir de entonces, los pasajeros que venían en los buses-escalera cambiaban al Willys para ser trasladados hasta Ituango.
Aparte del mecánico Tejada, el único que sabía conducir era don Javier Duque, pero los muchachos soñaban con “manejar ese animal que caminaba en cuatro ruedas”. Fue el joven Arnulfo Calle Rengifo, muy afiebrado por la mecánica, quien tomó la delantera, seguido por Ramiro Espinal y Marco Tulio Correa.
Fueron precisamente estos pioneros quienes llevaron los siguientes tres Willys, vehículos que prestaron todo el servicio hasta 1963 cuando arribaron el primer camión y el primer carro escalera, recibidos en el parque con todo el jolgorio que fue capaz de organizar el Padre Jaramillo desde el parlante de la parroquia. Dijeron unos chistosos que las gentes al ver los primeros carros les trajeron “Aguamasa”.
Concluida la carretera, comenzaron los viajes diarios de escaleras entre Ituango y Medellín para el transporte organizado de carga y pasajeros. La primera empresa que prestó el servicio fue Transportes Félix A. Pérez para la que trabajaban recordados conductores como don Luis Arango, quien tenía fama de despacioso y le decían “Tabaco” porque fumaba mucho. Luego fue Transportes Arango que, con sus oficinas en Calle-Caliente, despachaba la escalera a las 5 de la mañana. En los años setenta llegó Coonorte, con conductores como Carusso y El Goyo, que hicieron historia por conducir veloz y arriesgadamente por la peligrosa carretera. Otros muy recordados fueron Guineo, Gustavo Fósforo, Tres Pelos, Federico el Papi (Se caso con ituanguina), Don José Cifuentes, Don Enrique Torres, Pedro Gumarro y Carlos Chaqueta.
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