Siempre estuvo soltero. Nunca se casó por descuido, según contó, a pesar que tuvo varias novias, entre ellas Virgelina Rueda, natural de Cañasgordas. Acerca de la manera cómo se conseguía novia en la época, opinaba que siempre ha tenido las mismas características. Una relación duraba cinco o seis meses, los casaban allá mismo y se celebraba una verdadera fiesta.
Padeció varias enfermedades, entre ellas, la anemia que le fue tratada y curada por el Doctor Palacio.
Desempeñó las profesiones de agricultor, cerrajero y constructor.
En lo que respecta a la religión, la gente era y ha sido muy católica. La Semana Santa la celebraron en 1946, cuando llevaron al templo de La Colonia, las imágenes religiosas, que permanecieron por muchos años en la vivienda de “Don Cano” y que después del fallecimiento de éste; fueron recuperadas y restauradas. Para dar cristiana sepultura a los difuntos, existió un cementerio localizado en un lugar conocido como” La Ospina”.
La sociedad de su época era muy unida, de buen vivir, trabajadora y sin vicios. Rechazaba acciones cómo el robo, la violencia y la envidia.
La forma tradicional de vestuario era la ruana, el machete, el carriel, el sombrero de cogollo blanco, la pañoleta y las alpargatas.
Con respeto a la vivienda, recordó que en los primeros ranchos fabricados; se empleó un elemento llamado” lindona o paja”. Dentro de las pocas viviendas que existían hacia el año de 1988, fueron encontradas en su interior, objetos domiciliarios como camas, un baúl, un cuartillo, una estantería, varias imágenes religiosas y un libro del Misal Romano.
La arriería fue notable, gracias a las recuas de mulas que trasegaban desde los municipios de Peque e Ituango, pasando por Santana del Valle, La Vega del Inglés, la finca La Armenia, El Alto del Yolombo, descendiendo luego hasta la quebrada de Antadó para llegar al próspero caserío. Destacó a los arrieros Félix Bustamante y Guillermo Roldán.
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