EN ITUANGO:
DESAPARECE EL REFUGIO DE NIÑAS JUAN XXXIII.
Por: Delia Rosa Sepúlveda Herrera.
Luego de treinta y un años de una encomiable labor educativa y social al servicio de las jóvenes campesinas y con dificultades familiares y económicas; dejó de funcionar el Refugio de Niñas Juan XXXIII, regentado por la Comunidad de Hermanas de la Anunciación.
Gracias a la descentralización en materia educativa, que ha beneficiado a un amplio sector del área rural con la creación de grupos de educación secundaria para acoger a los egresados del nivel primaria, la reestructuración de los internados que también experimentó el Colegio Diocesano y la precaria situación económica de las entidades públicas, privadas, eclesiásticas y personas benefactoras, provocaron una obstencible disminución del personal femenino en el Refugio en los últimos años. Al finalizar el año 99, terminaron estudios únicamente seis niñas, dos de las cuales se graduaron en el Liceo Pedro Nel Ospina. Actualmente, se encuentran en el lugar las Hermanas Luz Stella Estrada y Angélica Martínez, como educadoras de las escuelas Juan XXXIII y Emiliana Pérez y la Hemana Marta Cecilia Estrada en la labor pastoral.
Un poco de historia:
El Refugio de niñas Juan XXIIIfuncionó inicialmente en la Plazuela, bajo la dirección de la señora Purificación Arroyabe, pero su fundación data del 31 de enero de 1969, cuando el Pbro. Marco Antonio Tamayo, hizo que regresara nuevamente, procedente de Santa Rosa de Osos, la Comunidad de Hermanas de la Anunciación, con el objeto de crearlo con el carácter de albergue estudiantil para niñas desamparadas.
Entre las Fundadoras se recuerda a Madres Superior de esta comunidad en Colombia, María Berenice (María Ana Julia Duque Hencker) nacida en Salamina, Caldas el 14 de agosto de 1888 y muerta el 25 dejulio de 1993 y fundadora de la Congregación, el 14 de mayok de 1943. También se recuerda a María del Crucificado, Consejera General, Teresita Quevedo, Elizabeth Carranza, Bernarda López, Berenice de la Eucaristía, María de Margoth.
La institución comenzó labores con 34 niñas de diferentes partes del municipio. Más tarde, el cura párroco quiso que funcionara como escuela urbana a la que pudieran asistir las jóvenes que así lo quisieran, para lo cual, la Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia, posesionó a varias Hermanas como educadoras para diferentes grados.
Tuvo su sede en las instalaciones que hoy ocupa el Colegio Diocesano Juan Pablo II y a partir del 31 de diciembre de 1987 en un local del centro del área urbana y allí hasta sus últimos días, con una capilla adicional que fue inaugurada el 22 de abril de 1988.
Aportes económicos
Durante toda su vida institucional, la Refugio recibió ayuda de la Alcaldía Municipal, de la parroquia, auxilios del departamento y la nación, ocasionalmente, de benefactores como el doctor Luis Emilio Monsalve Arango, hijo ilustre de Ituango. Debido al déficit económico, se realizaron eventos como la Primer Semana Pro – Refugio, entre el 23 y ell 28 de septiembre de 1986.
Obra social
Las niñas que allí estuvieron, no sólo recibieron ayuda material sino también una educación integral con conocimientos básicos y orientaciones prácticas para la vida de cada una de ellas, aprendieron variados oficios, todo dentro de ese plan de enseñanza inspirado por la regentadoras de la institución. . Se conviritó así en una tradición para los ituanguinos que admiraron y aplaudieron una gran obra en beneficio de la población.
Es para mi muy grato recordar lo que viví en esta entidad, pues tuve la feliz oportunidad de hacer parte de ella entre 1981 y comienzos de 1991. . Se adquiere disciplina, organización, responsabilidad, autoestima y vida tranquila. Recuerdo el acto especial donde fuimos agasajadas diez muchachas con motivo de los quince años y la labor de sacristana que ejercí en la época del Pasdre Lisandro Guerra Arango en la parroquia Santa Bárbara.
Tareas tan fructíferas como esta, vale la pena resaltar, pero como siempre sucede en la cotidianidad de la vida, todo se acaba, las organizaciones y las personas pasan dejando huellas imborrables
DESAPARECE EL REFUGIO DE NIÑAS JUAN XXXIII.
Por: Delia Rosa Sepúlveda Herrera.
Luego de treinta y un años de una encomiable labor educativa y social al servicio de las jóvenes campesinas y con dificultades familiares y económicas; dejó de funcionar el Refugio de Niñas Juan XXXIII, regentado por la Comunidad de Hermanas de la Anunciación.
Gracias a la descentralización en materia educativa, que ha beneficiado a un amplio sector del área rural con la creación de grupos de educación secundaria para acoger a los egresados del nivel primaria, la reestructuración de los internados que también experimentó el Colegio Diocesano y la precaria situación económica de las entidades públicas, privadas, eclesiásticas y personas benefactoras, provocaron una obstencible disminución del personal femenino en el Refugio en los últimos años. Al finalizar el año 99, terminaron estudios únicamente seis niñas, dos de las cuales se graduaron en el Liceo Pedro Nel Ospina. Actualmente, se encuentran en el lugar las Hermanas Luz Stella Estrada y Angélica Martínez, como educadoras de las escuelas Juan XXXIII y Emiliana Pérez y la Hemana Marta Cecilia Estrada en la labor pastoral.
Un poco de historia:
El Refugio de niñas Juan XXIIIfuncionó inicialmente en la Plazuela, bajo la dirección de la señora Purificación Arroyabe, pero su fundación data del 31 de enero de 1969, cuando el Pbro. Marco Antonio Tamayo, hizo que regresara nuevamente, procedente de Santa Rosa de Osos, la Comunidad de Hermanas de la Anunciación, con el objeto de crearlo con el carácter de albergue estudiantil para niñas desamparadas.
Entre las Fundadoras se recuerda a Madres Superior de esta comunidad en Colombia, María Berenice (María Ana Julia Duque Hencker) nacida en Salamina, Caldas el 14 de agosto de 1888 y muerta el 25 dejulio de 1993 y fundadora de la Congregación, el 14 de mayok de 1943. También se recuerda a María del Crucificado, Consejera General, Teresita Quevedo, Elizabeth Carranza, Bernarda López, Berenice de la Eucaristía, María de Margoth.
La institución comenzó labores con 34 niñas de diferentes partes del municipio. Más tarde, el cura párroco quiso que funcionara como escuela urbana a la que pudieran asistir las jóvenes que así lo quisieran, para lo cual, la Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia, posesionó a varias Hermanas como educadoras para diferentes grados.
Tuvo su sede en las instalaciones que hoy ocupa el Colegio Diocesano Juan Pablo II y a partir del 31 de diciembre de 1987 en un local del centro del área urbana y allí hasta sus últimos días, con una capilla adicional que fue inaugurada el 22 de abril de 1988.
Aportes económicos
Durante toda su vida institucional, la Refugio recibió ayuda de la Alcaldía Municipal, de la parroquia, auxilios del departamento y la nación, ocasionalmente, de benefactores como el doctor Luis Emilio Monsalve Arango, hijo ilustre de Ituango. Debido al déficit económico, se realizaron eventos como la Primer Semana Pro – Refugio, entre el 23 y ell 28 de septiembre de 1986.
Obra social
Las niñas que allí estuvieron, no sólo recibieron ayuda material sino también una educación integral con conocimientos básicos y orientaciones prácticas para la vida de cada una de ellas, aprendieron variados oficios, todo dentro de ese plan de enseñanza inspirado por la regentadoras de la institución. . Se conviritó así en una tradición para los ituanguinos que admiraron y aplaudieron una gran obra en beneficio de la población.
Es para mi muy grato recordar lo que viví en esta entidad, pues tuve la feliz oportunidad de hacer parte de ella entre 1981 y comienzos de 1991. . Se adquiere disciplina, organización, responsabilidad, autoestima y vida tranquila. Recuerdo el acto especial donde fuimos agasajadas diez muchachas con motivo de los quince años y la labor de sacristana que ejercí en la época del Pasdre Lisandro Guerra Arango en la parroquia Santa Bárbara.
Tareas tan fructíferas como esta, vale la pena resaltar, pero como siempre sucede en la cotidianidad de la vida, todo se acaba, las organizaciones y las personas pasan dejando huellas imborrables
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