Corregimiento - Juan José
Información general:
Situado en la margen derecha del Río San Jorge, es el más apartado de la cabecera municipal, a unos 30 kilómetros aproximadamente.
Por los lados de Juan José de hoy existieron las minas de Uré y Soledad trabajadas por negros esclavos y los pueblos San Cipriano y Cañas Gordas ocupados por indígenas y mestizos, respectivamente.
Cañas Gordas, en un momento, que no hemos podido establecer con certeza, fue arrasado por una fuerte creciente de los Ríos Sucio y San Jorge que acabó con todo, menos con la iglesia, debido, según versiones de algunos moradores, a la maldición de un cura, preocupado porque los moradores no eran muy dados a los oficios religiosos. Los damnificados no tuvieron otro remedio que hacer de nuevo su pueblo, también a la orilla del San Jorge pero varios kilómetros más abajo.
El nuevo pueblo fue ocupado por negros, indígenas, antioqueños y mestizos de la zona y la costa, sus anteriores y nuevos habitantes que llegaron. El nombre posiblemente se debió a un juego de azar que, con este fin, “jugaron” los tres misioneros que se encontraban colaborando con la nueva construcción del pueblo. La suerte favoreció al de nombre Juan José y con él quedó bautizado el pueblo. Esto sucedió a finales del Siglo XX.
El crecimiento e importancia de Juan José no tardó en manifestarse. Y con toda razón porque era el pueblo más grande que se encontraba por las riberas del Alto San Jorge. Los colonos antioqueños que entraban por Peque e Ituango y los costeños que llegaban por Ayapel, Planeta Rica, Montelíbano, Uré y subían al San Jorge, ya lo conocían o tenían referencias. Por lo regular, arribaban de paso o permanecían largos períodos. Y muchos de estos últimos terminaron abandonando sus ansias de peregrinaje y se quedaron definitivamente a vivir en él, sembrando maíz y plátano.
Hubo, sin embargo, un hecho que acrecentó su importancia: la vinculación del ganadero antioqueño Guillermo Echeverría. Él tuvo la oportunidad de conocer estas tierras cuando trasladaba ganado a Medellín por la vía de Ituango. Sabiendo de la fertilidad del suelo y lo rentable que resultaría, decidió montar una hacienda ganadera. La llamó Vallecito. La mano de obra que necesitó el cuidado de esta hacienda, el ejemplo que significó y las relaciones comerciales que suscitó, tuvo consecuencias positivas en el desarrollo del pueblo. fue tal su adelanto que a la llegada de los misioneros de Burgos, Santo y Murga en 1930, el pueblo contaba con unas 300 casas. Sin duda un pueblo grande.
El 12 de Enero de 1955, alcanzaron a arrimar un grupo de misioneros de Burgos, encabezados por el padre Eloy Tato Lozada (hoy Obispo de la diócesis de Magangué) con el objetivo de instaurar una parroquia. Pero encontraron que había pocas casas habitadas y muchas abandonadas, además, amenazadas por el Río San Jorge que podía llevárselas con cualquier creciente, bastante frecuente por esos años.
Convencieron a los residentes y decidieron comprar los terrenos de una finca situada en una parte más alta para trasladar de nuevo el pueblo. La finca era de Agustín Jaramillo y para comenzar con el poblamiento repartieron 15 solares. El ejército, que para ese entonces había llegado a Juan José en desarrollo de acciones cívico - militares como arreglo de caminos y alfabetización, colaboró con el traslado de las casas.
Cuando Julio Guerra firmó el acuerdo con el gobierno departamental solicitó el montaje de granjas piloto, suministro de herramientas y semillas, garantías de cesación de hostilidades y apertura de vías de penetración: elementos indispensables para reiniciar el desarrollo del pueblo. Pero nada de esto tuvo realización; sólo prosperó el encargo que hizo la Asamblea Departamental a Caminos Vecinales para que diseñara y construyera la carretera Montelíbano - Juan José pero sin aportar ninguna financiación.
Por éste mismo tiempo lo elevaron a la categoría de Corregimiento con Inspección de Policía de carácter departamental.
Hacia 1985 el hoy Corregimiento contaba con 358 casas, la mayoría de paja y bahareque, donde habitaban unas 2.000 personas aproximadamente. Clasificadas, según William Guzmán en sus Apuntes sobre Juan José, de la siguiente manera: Un 40% de antioqueñas, un 10% de nativos, un 10% de indígenas Embera Katíos (chocóes) y un 40% de costeños.
Las actividades económicas en las que se ocupaban los hombres de la zona era la agricultura, la explotación de la madera, la pesca en época de subienda, la ganadería, la minería y el comercio principalmente. En porcentaje, Guzmán las clasificó así: Agricultura 55% de la población, pesca 10%, explotación de maderas 10%, ganadería 10%, minería 5%, transporte fluvial 5% y comercio 5%. Las mujeres se ocupaban de los quehaceres domésticos.
Las hermanas misioneras de la Madre Laura realizaron una valiosa labor. Labores como la educación y la promoción de la organización de la comunidad las cumplieron satisfactoriamente. Poseían una de las mejores escuelas de primaria de todo el Municipio, atendían el Puesto de Salud y ayudaron a conseguir la planta eléctrica y buena parte de las redes, la creación de una plaza rural de servicio médico, la construcción de la casa para los indígenas y el nombramiento de una enfermera para la atención de los 75 familias Embera Katíos que habitaban en el pueblo y sus alrededores.
El Corregimiento de Juan José es uno de los más bellos que tiene el San Jorge: cascadas, quebradas, paisajes, exuberante vegetación y una fauna variada y numerosa. La falta de vías de comunicación y la imagen de ser un pueblo retirado, peligroso y violento lo han perjudicado notoriamente. En cinco años (1996 - 2001) su población disminuyo en un 20%.
Información general:
Situado en la margen derecha del Río San Jorge, es el más apartado de la cabecera municipal, a unos 30 kilómetros aproximadamente.
Por los lados de Juan José de hoy existieron las minas de Uré y Soledad trabajadas por negros esclavos y los pueblos San Cipriano y Cañas Gordas ocupados por indígenas y mestizos, respectivamente.
Cañas Gordas, en un momento, que no hemos podido establecer con certeza, fue arrasado por una fuerte creciente de los Ríos Sucio y San Jorge que acabó con todo, menos con la iglesia, debido, según versiones de algunos moradores, a la maldición de un cura, preocupado porque los moradores no eran muy dados a los oficios religiosos. Los damnificados no tuvieron otro remedio que hacer de nuevo su pueblo, también a la orilla del San Jorge pero varios kilómetros más abajo.
El nuevo pueblo fue ocupado por negros, indígenas, antioqueños y mestizos de la zona y la costa, sus anteriores y nuevos habitantes que llegaron. El nombre posiblemente se debió a un juego de azar que, con este fin, “jugaron” los tres misioneros que se encontraban colaborando con la nueva construcción del pueblo. La suerte favoreció al de nombre Juan José y con él quedó bautizado el pueblo. Esto sucedió a finales del Siglo XX.
El crecimiento e importancia de Juan José no tardó en manifestarse. Y con toda razón porque era el pueblo más grande que se encontraba por las riberas del Alto San Jorge. Los colonos antioqueños que entraban por Peque e Ituango y los costeños que llegaban por Ayapel, Planeta Rica, Montelíbano, Uré y subían al San Jorge, ya lo conocían o tenían referencias. Por lo regular, arribaban de paso o permanecían largos períodos. Y muchos de estos últimos terminaron abandonando sus ansias de peregrinaje y se quedaron definitivamente a vivir en él, sembrando maíz y plátano.
Hubo, sin embargo, un hecho que acrecentó su importancia: la vinculación del ganadero antioqueño Guillermo Echeverría. Él tuvo la oportunidad de conocer estas tierras cuando trasladaba ganado a Medellín por la vía de Ituango. Sabiendo de la fertilidad del suelo y lo rentable que resultaría, decidió montar una hacienda ganadera. La llamó Vallecito. La mano de obra que necesitó el cuidado de esta hacienda, el ejemplo que significó y las relaciones comerciales que suscitó, tuvo consecuencias positivas en el desarrollo del pueblo. fue tal su adelanto que a la llegada de los misioneros de Burgos, Santo y Murga en 1930, el pueblo contaba con unas 300 casas. Sin duda un pueblo grande.
El 12 de Enero de 1955, alcanzaron a arrimar un grupo de misioneros de Burgos, encabezados por el padre Eloy Tato Lozada (hoy Obispo de la diócesis de Magangué) con el objetivo de instaurar una parroquia. Pero encontraron que había pocas casas habitadas y muchas abandonadas, además, amenazadas por el Río San Jorge que podía llevárselas con cualquier creciente, bastante frecuente por esos años.
Convencieron a los residentes y decidieron comprar los terrenos de una finca situada en una parte más alta para trasladar de nuevo el pueblo. La finca era de Agustín Jaramillo y para comenzar con el poblamiento repartieron 15 solares. El ejército, que para ese entonces había llegado a Juan José en desarrollo de acciones cívico - militares como arreglo de caminos y alfabetización, colaboró con el traslado de las casas.
Cuando Julio Guerra firmó el acuerdo con el gobierno departamental solicitó el montaje de granjas piloto, suministro de herramientas y semillas, garantías de cesación de hostilidades y apertura de vías de penetración: elementos indispensables para reiniciar el desarrollo del pueblo. Pero nada de esto tuvo realización; sólo prosperó el encargo que hizo la Asamblea Departamental a Caminos Vecinales para que diseñara y construyera la carretera Montelíbano - Juan José pero sin aportar ninguna financiación.
Por éste mismo tiempo lo elevaron a la categoría de Corregimiento con Inspección de Policía de carácter departamental.
Hacia 1985 el hoy Corregimiento contaba con 358 casas, la mayoría de paja y bahareque, donde habitaban unas 2.000 personas aproximadamente. Clasificadas, según William Guzmán en sus Apuntes sobre Juan José, de la siguiente manera: Un 40% de antioqueñas, un 10% de nativos, un 10% de indígenas Embera Katíos (chocóes) y un 40% de costeños.
Las actividades económicas en las que se ocupaban los hombres de la zona era la agricultura, la explotación de la madera, la pesca en época de subienda, la ganadería, la minería y el comercio principalmente. En porcentaje, Guzmán las clasificó así: Agricultura 55% de la población, pesca 10%, explotación de maderas 10%, ganadería 10%, minería 5%, transporte fluvial 5% y comercio 5%. Las mujeres se ocupaban de los quehaceres domésticos.
Las hermanas misioneras de la Madre Laura realizaron una valiosa labor. Labores como la educación y la promoción de la organización de la comunidad las cumplieron satisfactoriamente. Poseían una de las mejores escuelas de primaria de todo el Municipio, atendían el Puesto de Salud y ayudaron a conseguir la planta eléctrica y buena parte de las redes, la creación de una plaza rural de servicio médico, la construcción de la casa para los indígenas y el nombramiento de una enfermera para la atención de los 75 familias Embera Katíos que habitaban en el pueblo y sus alrededores.
El Corregimiento de Juan José es uno de los más bellos que tiene el San Jorge: cascadas, quebradas, paisajes, exuberante vegetación y una fauna variada y numerosa. La falta de vías de comunicación y la imagen de ser un pueblo retirado, peligroso y violento lo han perjudicado notoriamente. En cinco años (1996 - 2001) su población disminuyo en un 20%.
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